Fiestas de Moros y cristianos 2024 en Villajoyosa, Alicante
Desfile Moro, celebrado ayer, 25 de julio. Dejo aquí el vídeo que nos lo envían desde la Compañía Els Pak-kos
¡¡¡¡Bones festes a tothom!!!!
Mariano Estrada
Página de literatura, en poesía o en prosa
Fiestas de Moros y cristianos 2024 en Villajoyosa, Alicante
Desfile Moro, celebrado ayer, 25 de julio. Dejo aquí el vídeo que nos lo envían desde la Compañía Els Pak-kos
¡¡¡¡Bones festes a tothom!!!!
Mariano Estrada
Tárbena. Foto tomada de internet sin ánimo de lucro
Tárbena y Miró
En la época de este artículo, yo le dije al Alcalde de Tárbena –y también al Concejal de Cultura-, que para paliar la soledad de ese ciprés (ver artículo) que desde hace tantos años vela la entrada del pueblo, podíamos levantar un recuerdo a Gabriel Miró... ¿no os parece? Porque no es que Miró viera doble a consecuencia de una embriaguez paisajística, es que cuando él pasó por allí había dos cipreses de bronce. Y me dijeron que sí, que al Cabildo le parecía una idea excelente, pero que había una pequeña dificultad: “el terreno que habría que ocupar es propiedad privada”. Y yo le dije al botón de mi camisa, digo: vaya, con La Iglesia hemos topado...
El artículo
Que un pueblo de esta España de Maastricht incluya en sus programas de fiestas un Recital de Poesía, no sólo nos redime de nuestras múltiples miserias culturales, sino que siembra el paisaje de una remuneradora esperanza. Y si el pueblo es de este abrupto levante, la esperanza tiene un efecto multiplicador. Y si encima es una calle larga de sol, ahogándose de frutales y de mieses granadas, o una blanca gaviota que se ha hecho mar sobre esa cumbre de almendro y de reposo, entonces la esperanza es un largo camino de belleza. Se le puede llamar de muchas formas, pero uno de sus nombres es Tárbena, ese pueblo-mujer... de cimas y quebradas que a Gabriel Miró le producía un cóncavo abejeo de caracol marino.
Lirio de campanario... Claridad de elevación....Contornos exactos...Altitudes y lejanías de porcelanas prolijas...
Aún franquea su entrada, como un testigo mudo (aunque también entristecido y olvidado), uno de aquellos Dos cipreses de bronce que, al lado de la carretera, se yergue sobre una grada de cultivos, una acumulación de losas, un breñal torvo... Todo ello frente a un pueblo saliendo jugosamente de los sembrados... Y si esto aún sigue existiendo ¿en qué puede extrañarnos que la Poesía corone la cumbre de sus Fiestas, de sus frentes o de sus vidas? Allí vive el almendro con una intensidad de enamorada mujer en primavera, con un vestido cárdeno y un cabello íntimo de luna. Allí habita la luz sobre el hondón de los hortales, sobre el duro peñascal, sobre las calvas terrosas que van del brezo al palmito, sobre las copas tiernas de los pimpollos y las aliagas... Y en el aire limpio. Y en las casas blancas. Y en las humeantes chimeneas, sugeridoras de atavismo y de tiempo, de interminables conversaciones familiares, de grandes orzas de cobre y artesas de matanza con aromas a orégano y cariño. Chimeneas humildes de fogones pobres, evocadoras de autenticidad y de vida...
Desde esta declarada admiración, yo quiero expresar mi agradecimiento por ser la afortunada persona a la que Tárbena ha introducido en sus Fiestas para hacer un Recital de Poesía (que haré con el apoyo de Manolo Palazón y de Fernando Medrano, entre otros). Y en esta tesitura, arrimando el ascua a la lírica, quisiera pedir a Tárbena un reconocimiento expreso para Gabriel Miró, ese gran poeta sin versos que, tras su ya lejano paso por esos lares, además de los entrecomillados anteriores, dijo cosas tan altas como ésta: ...en los huertos apacibles y calientes de abajo, en los valles con aires de mar, se pronuncia Tárbena levantando mucho los ojos. Y Sigüenza tuvo que sonreírle cuando, ganada ya su altura, "Tárbena acababa de ponerse jovialmente a su vera.
Acaso ese ciprés de bronce,
que ha perdido en el tiempo su pareja, pueda perder un día su prolongada
soledad. ¿Por qué no levantar junto a él algún agradecido recuerdo?
Mariano Estrada, 20-07-97
Incluido en el libro Los territorios de la inocencia (2014)
El camino
Este poema fue escrito en 1977 y, en 1984, quedó
incluido en mi primer libro. Pertenece a una época en la que yo me hacía muchas
preguntas para las que, sin embargo, tenía pocas respuestas. Por no decir ninguna.
En realidad, era un manojo de inseguridades, de ignorancias y de dudas. Solo
había un punto luminoso en mi cerebro al que inconscientemente apelaba. Era una
llama tenue que no se iba nunca de mi atolondrada cabeza. Algo que tenía la atracción
de un imán, pero también la inconsistencia de un sueño aún no definido. Algo
que, con el tiempo, iba a ser el leitmotiv de mi vida. ME
El camino
Yo fui
una vez un camino
que a
algún lugar conducía.
Yo
sabía algunas cosas
sin
saber que las sabía.
Y
camino llegué al monte
donde
está la libertad,
pero
allí miré más alto,
monté
el aire, fui a volar.
Y crucé
por una nube
de muy
vasta soledad,
hasta
llegar a ese olvido
donde
los dioses están.
Ahora
busco en el recuerdo
de mis
pasos el pasar,
mas no
sé dónde empezaron,
no
recuerdo adónde van.
Tan
solo a veces recuerdo
que fui
camino una vez,
que
sabía algunas cosas
y que
ahora no las sé.
Mariano
Estrada
Del
libro Mitad de amor, dos cuartos de querencias (1984)
Tomada de internet sin ánimo de lucro
Tus manos
No tienen sitio tus manos
entre mis manos.
No tienen sitio.
Porque sus leves temblores
no son de amores,
sino de frío.
Las manos enamoradas
no están calladas.
Hablan a gritos.
Tus manos están vacías
y entre las mías
no tienen sitio.
Del libro El cielo se hizo de amor (1986)
La mano
Se me ha encogido esa mano
que tuve siempre tendida,
pues si la fe no me falta
me va faltando la vida.
Espero con los que esperan
una inminente partida,
sereno, sin hacer sombra
y con la mano encogida.
La mano que estuvo llena
de corazón y caricias,
la que regando las flores
se fue quedando marchita.
Mariano Estrada
Del libro Poeminos de amor (2013)
HOMENAJE A TOLEDO
Escribí este poema para ser declamado por el actor y rapsoda Paco Llorca en un recital memorable celebrado el 26 de diciembre de 1991 en el teatro De Rojas de Toledo. Unos meses después, el 19 de abril de 1992, Paco Llorca fallecía en Benidorm a la temprana edad de 54 años.
Homenaje a Toledo
Aunque es verdad que el acero
tiene que ser toledano,
para cantar a Toledo
se puede ser zamorano.