Buscar este blog

viernes, 28 de octubre de 2022

Ayer se presentó el libro HUELLAS DE ADMIRACIÓN, de Mariano Estrada

 

Foto de José Piqueras

Ayer se presentó el libro HUELLAS DE ADMIRACIÓN, de Mariano Estrada, en el Centro Social Llar del Pensionista de Villajoyosa.

En la foto aparecen: Isabel Perona, regidora de cultura del Ayuntamiento; Mariano Estrada, autor del libro; Ángel L. Prieto de Paula, presentador del libro; y Arsenio Perona, que tocó al acordeón dos poemas musicalizados por José Luis Zamanillo (Ya no vale y Te quiero amar) y un tercer poema musicalizado por José Garberí (Se me pone el alma), los tres de Mariano Estrada, previamente leídos por Miguel Escrig.  En el monento de tomar la foto, Arsenio Perona tocaba la música de "Ya no vale", poema que dejo a continuación.

Admirar es trascender el yo para reconocer al otro


Ya no vale

Ya no vale llorar, porque contigo
el amor es un llanto permanente;
y mi pecho es un lago que ha crecido
en la vana ilusión de comprenderte.

Ya no vale esperar, porque las noches
se me gastan en pena, mientras vuelves;
a las nueve me dices que a las once,
a las once me dices que me acueste.

Ya no vale creer, porque estás lejos
aunque vengas, incluso aunque te quedes.
Es inútil amar bajo esta lluvia
que perdona el olor todos los viernes.

Pero yo ya no puedo con la carga,
tu presencia es más triste cada día,
cada noche tu ausencia es más amarga.

Enganchada al amor y confundida,
mi intención era amarte de por vida
sin pensar que la vida era tan larga.

No te extrañe, por tanto, que te diga
- no sé si como amante o como amiga -
ya no vale querer y, aunque te quiero,
ayer pude aguantar, hoy ya no puedo.

Mariano Estrada
Del libro Poecanciones de amor (2013)

martes, 25 de octubre de 2022

De lo mucho que recibí. Prólogo de Huellas de admiración

 

Contrap. de Huellas de admiración. Autor: Lalo F. Mayo s/foto Andrés M. Trapiello

 

Prólogo de Huellas de admiración

De lo mucho que recibí

Una buena parte de mi vida laboral, ajena totalmente a la literatura y de 40 años de duración, se sustanciaba en jornadas de 10 largas horas (*). No obstante, los días de una vida son tantos que, sin renunciar a nada realmente importante, he dispuesto del tiempo necesario para leer, para crear una obra y para escribir sobre las obras de los demás. Y es en las obras de los demás en las que se justifica este libro, que, tal como se declara en su título, es un manojo de huellas que acreditan mi reconocimiento y admiración por otros autores. Ese es el único sentido en el que se debe interpretar mi pertinaz dedicación a escribir sobre ellos a lo largo de un tiempo que, si no me traiciona la memoria, empezó con una parodia de La canción del pirata, de Espronceda, cuando yo era un imberbe de 14 años y estudiaba en un colegio de dominicos. Parodia de la que solo los cuatro primeros versos me quedaron grabados a fuego en el magín:

Con diez vestidos de gala
sebo y grasa en las caderas
y un par de medias mojadas
en las patas delanteras…

     Lástima que se agote ahí mi tesoro, porque la cosa parecía prometedora.
    
La primera admiración reseñable, publicada en un modesto periódico local, fue un artículo dedicado al Superrealismo de Vicente Aleixandre cuando le otorgaron el Nobel, cosa que ocurrió en el año 1977. Al autor galardonado ya lo había leído porque, unos años atrás, en Madrid, me había hecho con un ejemplar de sus Obras Completas, como resultado de haber obtenido un premio de poesía por el que los jurados me acusaron de plagio. Lo hicieron hasta el punto de que un filólogo de la Universidad Complutense de Madrid, en cuyo auxilio acudieron, llegó a decir que se trataba de un poema perdido de Calderón de la Barca o de Garcilaso de la Vega. Aleixandre no está incluido en este libro porque, a pesar de mis esfuerzos, no he encontrado el artículo en cuestión y yo no he vuelto a escribir nada relacionado con él o con su obra, más allá de determinadas alusiones o citas esporádicas y sin mayor trascendencia. En el año 1977 escribí también el poema “Versos” que le dediqué a Miguel Hernández, pero este sí consta en el libro.
    
A partir de ahí, las admiraciones se fueron sucediendo, pero desgraciadamente no todas quedaron reflejadas en un papel para depositarlas aquí como si fueran ramos de flores. Admiración por determinados autores rusos del siglo XIX, por algunos románticos alemanes, por algunos realistas franceses, por algunos franceses de primeros del siglo XX, algunos italianos o ingleses, algunos sudamericanos del realismo mágico…Y, en fin, algunos otros que fueron convenientemente leídos, asimilados y admirados, pero de los que no quedaron huellas escritas. Pongo unos ejemplos: Herman Hesse me sedujo con El lobo estepario y sus filosofías orientales. William Faulkner lo hizo con la magia de sus Palmeras Salvajes. Toro Tumbo me rindió a Miguel Ángel Asturias. Kafka me introdujo en laberintos nebulosos, abracadabrantes e insospechados, Dostoievski me llevó a las profundidades del alma, Marcel Proust me incitó a buscar el tiempo perdido, El Pedro Páramo de Rulfo fue la confirmación de la dicha... ¿Y qué decir de Goethe, de Nietzsche, de Dante, de Shakespeare…? Cómo me hubiera gustado encontrar en mis archivos algunos testimonios de admiración hacia ellos. Pero esos testimonios no existen y lo único que les puedo dejar aquí es mi más sincero agradecimiento. Al fin y al cabo, yo he crecido con ellos y me he alimentado de algunas de sus obras.
    
En cambio, sí han quedado huellas escritas de autores que, a lo largo de su vida, han creado otro tipo de obras y que, por supuesto, no son menos dignos de admiración. Estas han sido recogidas bajo el epígrafe “Otras artes, otros oficios”. Artes y oficios como la música, la arquitectura, la pintura, el diseño, la biología, la enseñanza, la fotografía, la declamación, el altruismo… Y tampoco aquí están todos los que debieran estar, puesto que hay algunos autores de este tipo de obras que han significado mucho en mi vida, aunque nada de eso haya quedado plasmado por escrito. Quiero declarar, no obstante, que sus huellas se han sedimentado en mi alma con la importancia de los más preciados tesoros: aquellos que han sido utilizados en beneficio de la intimidad.
    
Por último, quiero indicar que muchos de los artículos publicados en estas páginas, y, desde luego, casi todos los poemas, ya han visto la luz en el papel de otros libros. Pero entendí que era necesario juntarlos porque era la única forma de darle a este homenaje el relieve que en mi pensamiento tenía.
    
(*) Tal vez la causa de que yo me haya dedicado esencialmente a la poesía, deba encontrarse en las largas jornadas laborales a las que me he referido anteriormente. De no haber sido así, probablemente me hubiera dedicado a la novela. Se puede objetar que llevo 10 años jubilado y novelas no he escrito más que una. Y es verdad, aunque debo añadir que para eso también hay explicaciones. Pero no voy a darlas aquí, porque exceden el propósito y el interés de estas páginas.
     Mariano Estrada

lunes, 17 de octubre de 2022

Un estado del alba

 

Amanecer en el Mediterráneo. Foto de María Robles

Un estado del alba

Se me abre la mañana
con un beso de luz y de dulzura.
El día ofrece al sol
un horizonte rojo
de fuego y de belleza
y en mi frente se posa la caricia
de un aliento dormido.

El rocío embellece
la hierba del jardín
y las hojas tupidas de las plantas.
Los reflejos del sol,
sobre la extensa
llanura del Mediterráneo,
se meten en mis ojos
como un asedio múltiple de espejos.

Espejos que desvío hacia tu rostro
para mirarte con delectación
y penetrar tu alma.

Mariano Estrada
Del libro Las orillas del mar (2013)

viernes, 14 de octubre de 2022

Un recuerdo y un poema a Fernando Medrano

 

Fernando y Mariano, en una exposición de fotografías que hizo en el Ayto. de Benidorm

Hoy ha sido el tercer aniversario de la muerte de Fernando Medrano y yo quiero enviarle un recuerdo y un poema. Con un gran gran abrazo.

¿Qué somos?

¿Qué somos, sino viento
indomeñable, transitorio

barro o efímera memoria?
¿O somos, además,

                           
mareas invisibles
que no registra el tiempo ni el espacio?

¿Vivimos al morir, perdemos
en la muerte la causa de la muerte?
¿Qué seremos, entonces,

en ese almario inane
o luna exceptuada de la

                           
gravitación universal?

Mariano Estrada
Del libro Hojas lentas de otoño (1997)

jueves, 13 de octubre de 2022

¿Quién eres?

 

Rosa, 1974, en León

¿QUIÉN ERES?

Me ha llegado tu cuerpo
como liberación,
y no sentí ninguna
necesidad
de preguntar quién eras.

¿Quién eres? Te pregunto ahora,
desde esta plenitud no sospechada.
¿Quién eres, que me llenas
de calma, como antes
me llenaste de fantasía?

¿Quién eres que al amarte
me he visto humanizado,
generoso, capaz, enaltecido?

¿Por qué me das tus flores
de primavera,
si mi mal es de otoño decadente?

Mariano Estrada,
del libro Amores colaterales (2006)