Un amoroso recuerdo para ella. Y también para mi padre y mi hermano.
Página de literatura, en poesía o en prosa
NATURALEZA
¿Por dónde he de cruzar
este arenal de sombras,
este
duro carámbano de
lirios?
¿Y cómo alcanzaré la
plenitud
para vaciar los odres
penosos de las malvas?
No sé..., la casa es un
dolor
de soledad y piedra.
Azota el vendaval, las
hojas
caen, los árboles se
inclinan,
el invierno cabalga por
los fríos
con sus potros de
nieve...
Y yo, ¿qué azote sufro
que huele a oscuridad y
a crisantemo?
¿Tendré que recluirme
ahora
en esta flor de llanto,
en esta
clonación íntima de
ruinas?
Mariano Estrada
Del libro Hojas lentas de otoño (Premio Ciudad de Torrevieja 1997)
12 cartas a los 12 años de Martina.
El libro que nació con un destino: el regalo
El día siete de septiembre del año 2012, en el
Hospital de Villajoyosa, nació una niña llamada Martina que alborotó el
gallinero familiar de una forma ostensible y manifiestamente jubilosa,
especialmente en la parte concerniente a sus padres, Patricia Estrada y Pablo
Climent. Ese mismo día, por la noche, yo escribí una nota en la que daba la
noticia del entrañable suceso. Dicha nota, que incluía un pequeño poema de
celebración, fue el germen del que surgieron las 12 cartas anunciadas en el
título de este libro, una por cada año que iba cumpliendo Martina. Y, al igual
que todas ellas, fue publicada en uno de mis blogs que, no por casualidad, se
titula El futuro está en las rosas. (Fragmento del Prólogo)
El poema citado
Para un alma de abuelo
que cree en el amor,
como verdad profunda
y humilde de la vida,
Martina es un asomo de esperanza,
una aurora que viene
a iluminar el mundo.
Rosa y Mariano. Abuelos.
Felicidades, Martina: ¿quién por fin te reconoce? El doce
¿Por qué digo que el 12
te reconoce, Martina?
-No lo sé, abuelito, ¿lo dijiste al buen tuntún?
-Claro que sí, pero luego he tenido que pensarlo. Verás, el 12 te reconoce y te
felicita porque hoy se cumple el ciclo de tu niñez y queda inaugurada tu
adolescencia.
-Vaya, ¿eso es como matar dos pájaros de un tiro?
Estilo
El negro le sentaba bien a tu piel, a tu pelo, a tu cara, a la excelsa esbeltez de tu figura. Pero también le iba bien a mis ojos que, subyugados, admiraban ese estilo sencillo y elegante que solo puede ser emulado por los juncos, los flamencos y las libélulas. Yo tengo en el santuario de la memoria algunas de tus más bellas imágenes, tal vez la mejor sea la de un álamo negro agitado por la brisa del mar.
Mariano Estrada
Del libro Rosa entre las rosas (2014)
Nota:
Tanto en la flora como en la fauna hay numerosos elementos que sirven para establecer analogías con la belleza humana.
El recuerdo
Los hombres, aunque provistos de elementales
memorias, a veces evocamos el pasado con una intensidad meridiana. Por ejemplo,
encontramos a un amigo de la universidad y durante unos instantes rememoramos
nuestra antigua, numerosa y azacaneada aventura. Hablamos con irrefrenable
emoción y nos reímos con auténtico gozo. Luego solemos decir, casi
inevitablemente:
-Parece que fue
ayer, ¿eh?
-¿Ayer? Parece que
fuera ahora mismo.
-Sí, se diría que
aún lo estoy viendo.