En la cuesta de San Andrés, Kiev, con un acordeonista ucraniano
Anécdotas que no se buscan, pero que vienen rodadas
Ocurrió en
Kiev, en el año 2005. Este hombre estaba sentado en un banco de los entornos de
la iglesia de San Andrés, donde aquel día se habían celebrado cinco bodas. Yo
le pedí que tocara unas canciones del folklore ucraniano y no me puso ninguna
objeción. Al contrario, estaba encantado de satisfacerme. Finalmente le pedí
que tocara una canción del folklore ruso y entonces se volvió hacia mí un tanto
sorprendido y me espetó: “Niet russian”, “Niet russian”. Y no hubo manera de
que tocara Ochichornia, que era la canción que le estaba pidiendo. “Soy ucraniano”-
dijo en un tono categórico-. Y siguió tocando las teclas de su acordeón, cosa
que hacía muy bien, todo hay que decirlo. Alguien aprovechó el momento para
inmortalizarnos en esta foto.
Por cierto,
en una de aquellas bodas, a un cubano que estaba con nosotros y a mí nos
pidieron que hiciéramos de testigos. O algo similar. Teníamos que pronunciar un
pequeño discurso mientras ellos nos grababan en un vídeo.
-No sabemos
ucraniano -repusimos.
-Pues hablad
en el idioma de vuestro país.
-Es que yo
soy de Cuba y él es de España.
-Pues tú
hablas en cubano y él en español.
Lo tenían
claro. Querían sacarnos en el vídeo a toda costa aunque nadie entendiera después
lo que habíamos dicho. Y mejor que no lo entendieran, porque yo dije un auténtico puñado de
tonterías…
Coda:
Cuando era estudiante en Madrid, formé parte de un coro llamado "Tak" que dirigía José Luis Zamanillo. Cantábamos folklore ruso, si bien algunas de las canciones eran del folklore ucraniano, debido a que el director artístico, Vadim Klimenko Zenkovich, era precisamente de Ucrania. Ahí se justifican mis insólitas peticiones al acordeonista de la Cuesta de San Andrés. Es lógico que me acordara de José Luis, de Klimenko, de los compañeros y compañeras del coro y de todo aquel mundo musical que nos ayudó a enriquecernos y a ser más felices. Querido José Luis: han pasado 47 años desde que yo dejé el coro, pero te puedo asegurar que aún me sé de memoria gran parte de las canciones que, a pesar de ser en ruso o en ucraniano, memorizábamos con gran facilidad. Algunas las canté en Kiev, para sorpresa de ciertos kievitas.
Cuando era estudiante en Madrid, formé parte de un coro llamado "Tak" que dirigía José Luis Zamanillo. Cantábamos folklore ruso, si bien algunas de las canciones eran del folklore ucraniano, debido a que el director artístico, Vadim Klimenko Zenkovich, era precisamente de Ucrania. Ahí se justifican mis insólitas peticiones al acordeonista de la Cuesta de San Andrés. Es lógico que me acordara de José Luis, de Klimenko, de los compañeros y compañeras del coro y de todo aquel mundo musical que nos ayudó a enriquecernos y a ser más felices. Querido José Luis: han pasado 47 años desde que yo dejé el coro, pero te puedo asegurar que aún me sé de memoria gran parte de las canciones que, a pesar de ser en ruso o en ucraniano, memorizábamos con gran facilidad. Algunas las canté en Kiev, para sorpresa de ciertos kievitas.
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