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Con mi madre, últimos años 60
Hoy es el 25º aniversario de la muerte de María
Vázquez, mi madre.
Era el día 8 de noviembre de
1994. El poema capta el momento en el que el féretro salía de la Iglesia para
dirigirse al cementerio. El suelo del exterior estaba cubierto de hojas secas
de otoño que se habían desprendido de los nogales. Las campanas sonaban a dolor
y a muerte.
Nogales frente a la entrada de la Iglesia, Muelas de los Caballeros
Mementos
Los altos cirios, las
coronas
nimbadas de los
ángeles,
las músicas de Bach y
Palestrina,
los trémulos solozos,
la oración,
el negro catafalco...
Van cayendo las hojas
sobre el barro vencido
del crepúsculo,
en tanto que el dolor,
entrecortado y lento,
responde a un
interludio de campanas
gravitadas en muerte.
Los mementos se agolpan
en los labios
callados de la piedra,
y en el polvo
desnudo de esta carne
última
que huye de la luz
por torrenteras de
ceniza.
El grillo de las hojas
adelgaza
los cantos gregorianos
y el hisopo rocía los
barnices
asépticos que cubren la
memoria...
Confines del otoño.
"Requiem
aeternam dona eis, Domine".
La cruz, el mármol, los
inciensos...
Misereres de amor,
sobrepellices
de cera derretida,
llantos, penas,
crisantemos de luz y de
granito...
Como gotas de paz,
como estertores ácidos
de lluvia,
van cayendo las hojas
del dolor,
las de la savia
interferida,
las que miran el barro
desde un
velo de luz
desesperada.
Mariano Estrada, del
libro Hojas lentas de otoño, Premio
Ciudad de Torrevieja 1997. Dedicado a la muerte de mi madre.
Iglesia de Muelas de los Caballeros
Me encanta esa foto tierna y amorosa. 25 años ya y tan viva en nuestro recuerdo
ResponderEliminarHola, hermana: en nuestro recuerdo estará viva siempre. Un beso
ResponderEliminarSí ella vive y está con nosotros en el recuerdo imborrable del amor. Las hojas tristes del dolor son ahora destellos de esperanza y luz de eterno amanecer.
ResponderEliminarUna foto preciosa. El gesto de tu sutil y tierno abrazo envuelve su cansancio en espera de una sonrisa que rápido transforma el momento en alegría y emoción. Su sonrisa era radiante, bella, hermosa. Quitaba todas las penas, aunque las suyas fueran muy profunfas.
El poema ahora suena a canto de gloria y liberación. Es profundamente espiritual, de mística oración Gloria divina, en liberación.
Un beso y el mejor de los abrazos con la sonrisa de mamá y papá y nuestro hermano desde el cielo.
Mi querido Mariano: tu recuerdo y el poema que le dedicas es muy hermoso y espiritual. Ante tanto dolor, de la mano entre las tuyas,tu hermana impulsa las adjetivaciones y alcanza la cota de la oracion mistica que recuerda el momento de la trascendencia y liberación al instante. Qué hermosura de poema y el recuerdo de Teresa a tus padres y hermano...muchos quisiéramos.
EliminarMi querido Mariano: tu recuerdo y el poema que le dedicas es muy hermoso y espiritual. Ante tanto dolor, de la mano entre las tuyas,tu hermana impulsa las adjetivaciones y alcanza la cota de la oracion mistica que recuerda el momento de la trascendencia y liberación al instante. Qué hermosura de poema y el recuerdo de Teresa a tus padres y hermano...muchos quisiéramos.
EliminarHola, hermana: tu comentario es una prolongación del poema. Pura poesía. Seguro que mamá nos estará dedicando una de aquellas sonrisas, a las que con tanto amor te refieres. Un beso
EliminarMuchas gracias por el precioso comentario, Unknown. Sorpecho quién puedes ser, pero no estoy seguro. En todo caso, un comentario precioso. Gracias y un abrazo.
EliminarLentos suspiros que agonizan y se quedan en la garganta, solo atreviéndose a salir por la ventana de la mirada cristalizada, surcando la piel con las lágrimas. Te recuerdo mujer, y ahí quedaste guardada donde quedan los recuerdos que morirás con ellos.
ResponderEliminarlavidaenrosa45@gmail.com Un recordatorio muy emotivo. Un abrazo Mariano. María José Alonso.
ResponderEliminarGracias, María José: tu comentario es muy bonito. Un fuerte abrazo
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