Buscar este blog

domingo, 5 de diciembre de 2021

Lobos y cacofondios en el bosque encantado, del libro "Tierra de robles. La novela de Martina"

 

Martina-Mariano. Presentación "Tierra de robles. La novela de Martina". Foto: Vicente Ibáñez

 

Lobos y cacofondios en el bosque encantado (Fragmento)

En todos los lugares que visitamos en Muelas de los Caballeros y sus entornos, que fueron muchos, nos hicimos las fotos de rigor, que es lo que suele hacer todo el mundo a estas alturas de la tecnología. En nuestro caso, además, las fotos son necesarias para que nadie pueda acusarnos en el futuro, ni siquiera como insinuación, de que todo lo que estamos contando en estas páginas es pura mentira

     A sensu contrario, como no podemos aportar fotografías de lo que no existe en la realidad, tampoco podemos decir que en el bosque encantado -del que somos pateadores reincidentes- nos hemos encontrado con los seres fantásticos de los cuentos o de las películas, tales como hadas, gnomos, duendes o geniecillos del aire.
    
-¿Qué son los geniecillos del aire, abuelito?
     -Tú lo sabes, Martina, son los elfos.
     -¿Y por qué no los llamas por su nombre?
     -Porque también se llaman así, genios del aire o del espíritu.
     -¿Dónde los llaman así, si se puede saber? En las películas que yo he visto, no.
     -Ya, y en las que he visto yo, tampoco. Les llaman elfos, esa es la verdad. Por lo demás, de alguna forma tenían que mostrárselos al mundo, y se los han mostrado así, como enanitos de los bosques con las orejas picudas. De otro modo no podían salir en las fotografías ni en las películas, solo en las palabras de los escritores, de los historiadores y de los poetas.
     -¡Ah, ya sé…Ahora vas a decirme el nombre de un poeta, ¿verdad?
     -Pues no lo había pensado, Martina. El tema del que estamos hablando no es muy sugerente a ese respecto, al menos para mí. No obstante, en homenaje a tu intuición, que es sorprendente, puedo extraer de la memoria el nombre de un escritor muy antiguo: Snorri Sturluson. En realidad era historiador, aunque también un poco poeta. Pero no sufras, no vamos a pasar por su pueblo.
     -¿Dónde está su pueblo?
     -En Islandia.
     -Me gusta Islandia.
     -Ya, porque te gusto yo, supongo.
     -No, porque allí estudió inglés mi mamá.
     -Eso fue en Irlanda, Martina… Pero no te preocupes, que en Irlanda tenemos a James Joyce, el autor de uno de los libros que más ha dado que hablar en el mundo. Se titula Ulises. Ya sé, ya sé… Son demasiadas cosas juntas y vamos muy de prisa. Así que corto y cierro.
     Claro que si no podemos decir que hemos visto duendes ni elfos ni hadas ni gnomos en “El bosque encantado”, mal podemos asegurar que hemos visto otras cosas que a lo mejor solo están, en forma de fantasmas, en la imaginación del abuelito.
     -¿Como los cacofondios?
     -¿Qué sabes tú de los cacofondios, muchacha?
     -Que son igual que los lobos, pero sin orejas.
     -¿Y cómo sabes que no tienen orejas?
     -Porque ahora mismo hay uno detrás de ti…
     -¿De veras?
     -De veras, abuelito.
     Miré hacia atrás y solo alcancé a ver una rama que se movía… Aunque eso no quiere decir que la moviera un cacofondio, por supuesto. Pero ya me había picado a mí la curiosidad y decidí preguntarle a Martina:
     -¿Puedes decirme cómo era?
     -Ya te lo dije, era como un lobo pequeño.
     -¿Pero tú has visto algún lobo alguna vez?
     -¿Alguno? He visto montones, abuelito. Y muchas veces. En los cuentos, en los dibujos, en las películas…
     -Pero eso no vale.
     -¿Quieres decir que si he visto un lobo en persona?
     -Exactamente, eso quiero decir.
     -Pues no, no he visto un lobo en persona. Espero que tú me lo presentes algún día. Puede ser hoy mismo, si te parece. ¿Y qué mejor que aquí, en este bosque encantado? ¿Para qué hemos vuelto, si no? Ya ves que se me han ido los miedos.

    
-¿Estas segura?
    
-Totalmente. Ya te dije ayer que un lobo en un bosque encantado es un encanto de lobo.
     -Oye, Martina, y lo que viste hace un momento, ¿no sería una ardilla? Aquí hay muchos pinos y muchas piñas…

    
-No, no, tú me dejaste bien claro que los cacofondios no tienen orejas.
    
-¿Y no tenía orejas?

    
-No, ninguna.
    
    
-Entonces sería un gato mutante.

 Mariano Estrada, del libro TIERRA DE ROBLES. LA NOVELA DE MARTINA (2021)

2 comentarios:

  1. Estupendo relato abuelo nieta Mariano, me hizo recordar que tengo que volver a leer el libro de Wenceslao El Bosque animado y la película con el mismo título de José Luis Cuerda y el gran Alfredo Landa viendo la vida de las criaturas de la fraga entre Galicia y León. Es curioso como un relato conecta neuronas y provoca emociones. Muchas gracias Mariano, y como otras veces te digo, nosotros hacemos magia con nuestras cartas, palomas, pañuelos y conejos pero tu lo haces con las letras.
    Alberto Comodin

    ResponderEliminar
  2. Con "El bosque animado", Wenceslao Fernández Flórez se convirtió en precursor del realismo mágico. Y fue, por supuesto, el gran divulgador de la fraga de san Salvador de Cecebre. La película de Cuerda le dio una gran popularidad. Nosotros, como bien dices, seguimos haciendo magia desde nuestras aficiones y habilidades. Y esperemos que esa magia nunca se pierda. Muchas gracias y un fuerte abrazo

    ResponderEliminar