Casa situada en El Charco, Villajoyosa. Foto M Estrada
Una casa desvencijada
El Charco, Villajoyosa
Manuel Mújica Lainez (1910-1984) tiene un libro
soberbio cuyo título es Bomarzo. Se sitúa en el Renacimiento italiano, por si
a alguien le interesa leerlo. No obstante, y a pesar de lo dicho, el autor
declaró en alguna entrevista que su mejor libro era “La casa”, que trata sobre
la decadencia de una clase social argentina. Yo he leído ambos libros y difiero
de esa opinión. Es cierto que “La casa” es un libro imaginativo, creativo y poético,
pero Bomarzo es uno de los mejores libros que uno pueda echarse a los ojos.
La casa, personificada (es ella quien habla),
evoca su época de esplendor mientras la desocupan y derriban, cosa que ocurre a
finales del siglo XIX:
“Yo, que he sido una
de las casas más hermosas de Buenos Aires, contemplo cómo me despedazan después
de avergonzarme”.
Pues bien, al hacer la
fotografía que os dejo hoy aquí no he podido evitar acordarme de la casa
aludida, la de Manuel Mújica Lainez, la que albergó a personajes tan poderosos
que los muros se cuadraban ante ellos.
Por contra, ¿quién habitó
esta casa de El Charco de Villajoyosa? No lo sé. ¿De qué vivían los miembros de
esa o esas familias? Evidentemente, se pueden imaginar ciertas cosas. Por ejemplo,
hay vestigios de una era en el suroeste, delante de la entrada, por lo que cabe
deducir que en algún tiempo hubo cultivo de cereales en la finca. En cambio, poco
se puede colegir de lo que uno ha visto por dentro, ya que está todo hecho
polvo. A pesar de lo cual, creo que se podría concluir que era una casa humilde
en la que habitaba gente humilde, al contrario que la de Manuel Mújica Lainez.
En cuanto al aspecto
exterior… Bueno, ya veis cómo están los tejados: desvencijados o derruidos. Alguien
se ha llevado las tejas y la pobre, solitaria e indefensa, padece los estragos inevitables
de la lluvia y del frío. Lo único que se mantiene de pie son los árboles. Y no
todos. Bueno, y los muros. ¡Ay, si esos muros hablaran! ¡Las cosas que tendrían
que decir!... Yo me atrevo a asegurar, sin miedo a equivocarme demasiado, que
serían unas cosas realmente extraordinarias, pero normales. Esenciales, pero
sencillas y domésticas. Vamos, que me juego los cuartos a que en esta pequeña
casa mediterránea no vivió jamás don Rodrigo Díaz de Vivar.
Creo que conozco a sus
actuales dueños.
Mariano Estrada, del libro La magia de lo auténtico: una visión lírica de Villajoyosa (2017)
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