El Charco, Villajoyosa. Foto M Estrada
Es verdad que nuestra literatura
está llena de árboles, como no podía ser de otro modo, ya que, en términos
generales, hemos vivido siempre entre ellos. El problema es que en determinadas
regiones españolas, especialmente del Sur y del Este –y siempre según los
entendidos- está empezando a oler a desierto. Y esto es algo por lo que
debiéramos estar preocupados. ¿Lo estamos? Yo sinceramente lo dudo.
Arbolillo
-Arbolillo del campo:
¿dónde está el ave
que se posa en tus ramas
para cantarme?
¿Dónde fue el pajarillo
de alegre cante?
-Al arroyo fresquito
que tiene el valle.
-Arbolillo campero,
tú, que lo sabes,
¿se marchó entristecido,
solo, con alguien?
-Con la sed en el pico,
solo y con hambre;
porque lluvia los cielos
no quieren darle;
ni la tierra lombrices,
ni fresco el aire.
“Avecilla apenada,
que Dios te mande
una nube copiosa
de lluvia y carne”
-Compañero, arbolillo,
si vuelve el ave,
que distraiga en mis ojos
la sed y el hambre.
Y después, arbolillo,
después que cante.
Que repueble el silencio
que tiene el aire.
Del libro Tierra conmovida (1987)
Mariano Estrada www.mestrada.net
Paisajes Literarios
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