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domingo, 20 de junio de 2021

Pensamientos que surgen al andar

 

Camino entre robles, Vega del Castillo, La Carballeda, Zamora


Consideraciones previas

Dijo Borges que la lluvia es una cosa que sin duda sucede en el pasado, pero yo iba a salir a caminar en el más rabioso presente y me lo ha impedido la lluvia. Tate, me dije, la lluvia que veo caer no está sucediendo ahora, sino que ya ha sucedido. Y entonces, sin saber bien por qué, recordé a Berkeley, el obispo irlandés que afirmaba que las cosas no tenían existencia real o natural distinta de la de ser percibidas por el entendimiento. O sea que eran solo ideas en nuestra mente. ¿Ideas? –le replicó un viejo amigo-. Pues cuídate de apartarte cuando pase una idea con forma de autobús, porque puedes salir arrollado, pisoteado y perceptiblemente muerto.

     De pronto extendí el brazo hacia el espacio exterior y sentí en mi propia carne que la lluvia mojaba, de manera que recogí humildemente la extremidad y le di preferencia al autobús.
     Hasta aquí, nada raro. Lo realmente raro es que llueva en Villajoyosa. Tan raro es que, si lloviera, la lluvia no sería lluvia, sino ilusión, espejismo o milagro. Y yo en los milagros no creo, francamente. O sea que opté por caminar.

     Cosa que hice así: encendí el ordenador y me introduje en caminos ya explorados, secos y reconocibles, en los que el barro es una carne andariega y la lluvia es un cúmulo de pensamientos que, en efecto, sucedieron todos en el pasado. Con ellos os dejo.
 

Pensamientos que surgen al andar
Fragmento

A veces, el camino es un silencio necesario sobre el que caen los pensamientos y las ausencias o, simplemente, la monotonía de los pasos. Así, el camino no solo se hace al andar, sino que se marca y se remarca bajo las plantas de los pies, que en realidad son las gomas de unas botas camperas cuyas puntas se clavan en tus ojos al ritmo de una música pausada y recurrente y con principio de interrogación. ¿Qué hago yo aquí? ¿Quién es yo, qué es aquí? ¿Por qué me gusta este yo y este aquí? ¿Por qué me atrae más la realidad natural que la transformada? ¿Por qué no me ilusionan los actuales derroteros de la sociedad ni tampoco los inmediatos, si son como todo está previsto? Si amo tanto la vida, ¿por qué tengo que buscarme refugios? ¿Por qué hay siempre alguien que se aprovecha del dolor de los otros? ¿Cómo ser feliz sin un acuerdo íntimo con tu corazón y también con la realidad en la que vives? ¿Es suficiente lo posible? ¿Debo enfrentarme a lo que no me gusta, para cambiarlo, o hacerme un nido en la higuera? Y si hago un nido en la higuera, ¿debo instalar en él un tirador de chinitas? Y si eso no vale de nada, ¿adónde iré con los huevos que haya estado incubando, ya que son excesivos para el hígado de un ruiseñor y no solo de pan vive el hombre?


Mariano Estrada

Del libro Los Territorios de la inocencia (2014)

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