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sábado, 25 de febrero de 2023

En Benasque, Pirineo aragonés, 1990

 

Daniel, Patricia y Mariano, en la Renclusa

 

En Benasque, Pirineo aragonés, 1990

La Renclusa y el Forau de Aigualluts

Las aguas que se ven en la foto, provenientes del graciar del Aneto, van a parar al Forau de Aigualluts, al que caen precipitadamente y se las traga la tierra por espacio de 5 km. Vuelven a aparecer al otro lado las montañas que separan España de Francia, uniéndose a las aguas del Garona, un río que nace en el Valle de Arán, Lérida, y que en España tiene un recorrido de 47 km, frente a los 521 que tiene en Francia.

Daniel, Patricia y Rosa, en el Forau de Aigualluts

Me gustaría volver a Benasque algún día, aunque no pudiera aproximarme demasiado al pico nevado del Aneto. La zona es de una belleza subyugadora.

 

Daniel, Patricia, Rosa y Mariano, en Cregüeña
 

Cregüeña
El mayor lago glaciar del Pirineo.

En Benasque estuvimos de acampada de montaña. Fuimos con una pareja de amigos y sus dos hijos, que eran de la edad de los nuestros. Estuvimos una semana y hacíamos excursiones a lugares hermosos que son dignos de volver a visitar: Batisielles, Salvaguarda, Creueña, la Renclusa…. Destaco especialmente la excursión que hicimos al Ibón de Cregüeña, un lago glaciar de 1500 m de longitud y 500 m de anchura, que el más grande del Pirineo, por eso le llaman el gigante de los ibones. El valle de Cregüeña es una auténtica maravilla, y como tal lo disfrutamos. Sin embargo, en el camino de regreso nos pilló una impresionante tormenta de agua y de granizo, un granizo cuyos pedruscos nos repicaban seriamente en la cabeza y del que finalmente nos acabamos protegiendo donde acaso no deba hacerse jamás: debajo de un pino. Desde allí contemplábamos temerosos, y a muy poca distancia, la caída de algún que otro rayo. No veíamos el momento de que aquel diluvio se detuviera…

Pero se detuvo. Era un poco más de media tarde y el sol volvió a lucir para nosotros y para el resto de la humanidad. Del granizo no volvimos a saber nada en los días siguientes, los cuales agotamos en excursiones felices y menos accidentadas.

Mariano Estrada



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