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domingo, 21 de marzo de 2021

Visión de la Naturaleza, un poema de más de 20 años

 

Foto tomada de internet sin ánimo de lucro


Visión de la Naturaleza, un poema de más de 20 años.
Por y para los niños

Es verdad que los niños
-candorosos y puros-
creemos ciegamente

que todo lo que existe es inmutable.

Por eso yo pensaba que los árboles
eran eternos, como el mármol.
Pero he visto que no, que los mayores

despliegan mucho ingenio
para que todo se complique,

e incluso se confunda,
causando muchos males a la naturaleza.
 

Y yo quiero saber, al menos,
si los fuegos voraces del verano
-alevosos y múltiples-

han quemado los bosques de los cuentos,
donde estaban las hadas y las brujas,

los enanos y los gigantes,

los ogros y los lobos y las caperucitas.

También temo que un día
la estulticia y el mal

desmoronen las cumbres de los montes
-que son depositarias

del calor y la nieve-,
y que vuelquen las tierras sobre el valle

para que queden sepultados
los corzos, cuando bajan a beber,

tras la ventura de los pastos.

Sé que en ciertas ciudades,
sitiadas por la contaminación,

los pájaros darían
sus desayunos

por ver beber a un ciervo
las transparencias líquidas de un río,

cuando se abre a la luz de la mañana.

Y sé también que ante esta destrucción,
descontrolada y evitable,
los impostores aseguran

que la naturaleza
-por más que la violemos-

siempre va corrigiendo los desmanes humanos,
de modo que, al final,

es ella la que acaba
colgando los trofeos

en la pared.

Y esto debe ser grave,
porque a mi padre

-que siendo labrador es aparcero
de la sabiduría-,

al oír estas cosas,
los ojos se le llenan de nublados:

esas penas oscuras
que nosotros, los niños,

conocemos muy bien, porque contienen
la munición doliente de las lágrimas.

Mariano Estrada
Del libro A este lado del Paraíso (2000)

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