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martes, 25 de mayo de 2021

Londres: anécdota en el Tesoro

 

Mariano, Londres 1979

 

Londres: anécdota en el Tesoro

En el verano de 1979, Rosa y yo pasamos 15 días en Londres. Y 15 días dan para visitar muchos sitios, ver muchas cosas y hacer algunas gansadas.

Por ejemplo: en la Torre de Londres me puse a hacer el payaso delante de uno de los miembros de aquella guardia impasible del Tesoro, llamados “los beefeaters”, pero no conseguí que moviera una sola pestaña. ¡Y yo que me creía un chico irresistible! Lo normal es que me hubieran llamado la atención e incluso que me hubieran detenido y me hubieran puesto una multa por manifiesta falta de respeto, pero nada de eso ocurrió. Así que, un poco decepcionado, tomé la mano de Rosa y nos fuimos a visitar el Tesoro, que es realmente deslumbrante. Al terminar la visita me senté en una balaustrada que había por allí para que Rosa me inmortalizara en esta foto. Detrás se ve el Puente de la Torre, o Tower Bridge, que es uno de los muchos iconos de la ciudad.

Todavía estoy sintiendo el fracaso de no haber podido hacer reír a aquel Guardián Custodio, cuya inmovilidad me indujo a pensar que se trataba de un maniquí con apariencia de guardia ceremonial de la Torre. Ni una sola vez movió las pestañas o los labios, y eso que estuve un buen rato haciéndole todo tipo de gesticulaciones que, vistas por terceras personas, muy bien podrían haberse considerado ofensivas. He pensado muchas veces en aquella escena, de la que naturalmente no me siento nada orgulloso. El guardia estuvo sobresaliente y yo me hice acreedor un cero tan grande como el Big Ben. Fue un desafío estúpido, pero quiero decir que en la intención no había ni un ápice de burla.

La Torre de Londres es el Palacio real y Fortaleza de su Majestad. Se trata de un complejo de varios edificios situado dentro de dos anillos concéntricos de muros defensivos y un foso. He leído que el Castillo se fundó en 1066, pero posteriormente tuvo varias ampliaciones, sobre todo bajo los mandatos de Ricardo Corazón de León, Enrique III y Eduardo I, en los siglos XII y XIII.

Fin de la anécdota
Mariano Estrada

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