Vacuna, segunda diócesis

 

Foto tomada de internet sin ánimo de lucro

Vacuna, segunda diócesis

Hoy me he vacunado en segundas nupcias. Con Pfizer. Después del pinchazo me senté a esperar reacciones impredecibles durante media hora; pero, como ellas no vinieron, me fui yo.

           Huí arrastrando mi cuerpo y con mis deseados anticuerpos de la mano. Me metí en el coche con ellos y lo hice murmurando por lo bajini: no me importa que no hayáis venido, reacciones mías, de verdad, os disculpo de todo corazón. En realidad, es mejor que no hayáis venido, porque no tenía yo muchas ganas de conoceros.  De todas formas, si algo queréis de mí, os espero en mi casa, en mi sofá, en mi cama, que es donde me siento más cómodo y necesario, donde me tumbo mejor a la bartola y donde tengo el paracetamol más al alcance de las dos manos.
          No sé si finalmente vendrán o pasarán olímpicamente de mí. Pero si vienen, que no me traigan los puñeteros e indeseables escalofríos, por favor, que los llevo muy mal.
          -Pues no los lleves, hombre, ¿adónde los vas a llevar? Quédate con ellos para siempre, que son gratis.
          -Ah, pues si son gratis me los quedo, como es lógico. Aunque no valgan para nada. Ya les buscaré una utilidad. A lo mejor los vendo y de este modo no ven. Y si no ven no sienten ni padecen. Y si no padecen no me harán padecer a mí. No sé si me explico.
          Han pasado cinco horas con Mario y lo que Mario desea es que pasen 15 días completos y no hayan aparecido por mis carnes ni en pintura.

Mariano Estrada, 11-05-2021
Día en que fui vacunado con la segunda diócesis en el palacio de los deportes de Benidorm.