El Charco, Villajoyosa. Foto Mariano Estrada
¡Ven
a esta ventana amanecida!
Recorrido
por el Charco, punto de parada sin fonda
Durante un largo tiempo he estado haciendo una ruta
diaria por El Charco de Villajoyosa que, con un recorrido preestablecido, tenía
sus ligeras incursiones o variantes. Al llegar a este punto del camino, me
acercaba indefectiblemente a la cima de ese precioso mogote, me apostaba sobre
él, hacía un Cristo de corcovado, inspiraba hondo, inflaba el pecho, soltaba
lastre, saludaba a las poblaciones limítrofes y me quedaba más ancho que el
Amazonas en su abierta y desparramada desembocadura, en la zona Norte de
Brasil, allí donde recibe el nombre de Río Mar.
Qué
placer instalarse en esa magnífica atalaya, dejarse empapar por la naturaleza
y, sometido a sus estimulantes y beneficiosos efectos, exclamar a voz en grito:
¡Ven a esta
ventana amanecida!
Quede
en el arcano tu rasgada pena,
pero no en tus
ojos.
Que
huya el huracán, que cese el llanto,
que
la guerra intestinal disponga olor a victoria
y
el seno calmo del alba traiga luz a las criptas.
Basta
ya
de
tierra malhadada,
de
infestada sombra,
de
fétido sabor, de adipocira...
No
se permita a la noche desenterrar más cadáveres.
¡Basta!,
digo.
Y
con ello digo: ¡Venga!
Venga
el borbotón primaveral,
el
cálido rumor, la risa,
los
geniecillos del aire.
Vengan
los ejércitos del sí,
el
sol, la música, los astros,
las
simientes líricas.
Venga
el renacer, la afirmación, el brote nudo,
la
noche despojada de sus ácidos venenos...
Venga
un mar de amor.
Y
tú, gaviota leve, ven... Ven haciéndote ola.
Ven
a esta ventana amanecida
y
mírame en el tiempo y en la calma.
Del
libro “Azumbres de la noche” (1993)
Mariano
Estrada www.mestrada.net Paisajes
Literarios
No hay comentarios:
Publicar un comentario