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lunes, 10 de abril de 2023

Ha muerto Sánchez-Dragó

 

Fernando Sánchez-Dragó

 

Ha muerto Sánchez-Dragó

Autor de Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España
(1978), un libro ambicioso por el que en 1979 fue Premio Nacional de ensayo. Estuvo tres años seguidos en la lista de los diez libros más vendidos, con una venta total de 300.000 ejemplares.
     Polémico hasta la raíz, en los años 80 tuvo algunas sonadas trifulcas a propósito de cualquier nimiedad, de las que cabe destacar las protagonizadas con Paco Umbral, que se prestaba gustosamente a ello. Los dos estaban de moda.
     Cuando vino a Villajoyosa, en el año 1978, a mí me tocó lidiar con el toro de su presentación, de la que me queda una curiosa dedicatoria y un bonito recuerdo. En el año 2007, con motivo de su nombramiento como presentador del diario de la noche de Telemadrid, le dediqué un artículo que luego recogí en el libro Huellas de admiración (2022), como uno de los escritores admirados. Hoy le ha tocado morir y yo quiero enviarle mi reconocimiento y mi abrazo. Tenía 86 años. Descanse en paz.
     Mariano Estrada, 10-04-2023


Fernando Sánchez-Dragó,
De Gárgoris y Habidis a presentador de Telemadrid


1.- Todo está en los libros

Fernando Sánchez-Dragó, además de un personaje controvertido y contradictorio, es un filólogo atípico que un buen día se hizo presentador de televisión, yo creo que para bien de la televisión. Presentó Biblioteca Nacional (con la canción Todo está en los libros), Encuentros con las letras, Negro sobre blanco…. Es justo reconocer que ha divulgado el libro como pocos y ha ofrecido a los españoles una serie de programas culturales de los que, pese a quien pese, acaso no hemos sido dignos y por los que creo que estamos en deuda con él.
     Ha llovido mucho desde aquel polémico libro en cuatro tomos, titulado Gárgoris y Habidis. Una historia mágica de España, sobre el que, a priori, nadie se hubiera atrevido a pronosticar el éxito. Un éxito al que tal vez contribuyera la postura contraria del conjunto de los historiadores españoles que, guardianes de la ortodoxia, sintieron profanada la profesión. Un libro que yo quise leer, atendiendo a la exigencia del autor, que no admitía que se hablara mal de su libro si no se había leído: “Para conocer el sabor del melocotón, hay que probar el melocotón”. Y una vez probado, cosa que hice hasta las últimas heces, me entretuve en la descripción de una cueva que mi sobrecogida imaginación se había ido forjando en el largo camino de la lectura.
     Aquí la dejo, para solaz de admiradores y detractores -que para ambas cosas sirve- de quien mañana será flamante presentador de Telemadrid. Del diario de la noche.
     21-01-2007


2.- Una espelunca ártabra esculcada por un epígono apócrifo de Fernando Sánchez-Dragó

Tras esculcar con ojos nictálopes una espelunca ártabra de lábil y anfractuoso suelo y abarrotada de cínifes, afloramos a la empírea luz del espacio donde, al abrigo de un mogote, pudimos llenar la andorga hasta dilatar el ónfalo.
     Los arcaicos habitantes de este latebroso lugar mirlaban a los muertos después de trepanarlos a cincel con el propósito encomiable de exonerar sus espíritus. El rito proseguía con la elección insaculada de un cuerpo sin mácula que, por arte de birlibirloque, quedaba sometido a una ominosa e iniciática flebotomía. La sangre era libada en orgiástico aquelarre, en el que alunados licántropos fletaban sus nocherniegos aullidos mientras el grueso de la mesnada o leva se perdía en crapulosos alcoholes.
     En el cenit de esta bulla o zambra, hierofantes y derviches pasaban a abarraganarse en rijosa coyunda de núbiles hembras sobre tálamo numérico-tectónico. Todo ello bajo la férula de una tarasca o gomia ataviada de vestidura talar, birrete y croza, que abocaba de súbito en medio de una nube de mefítico éter.
     Aún se conservan algunas inscripciones ógmicas, netamente reconocibles, en el dintel de piedra rúnica de la entrada, que está sostenido por jambas o fustes de buriladas cariátides. Estas, a su vez, se asientan en basas de granito plagadas de alvéolos u ondulaciones sinclinales que sugieren vetustas cazoletas, esvásticas y escrituras hemisféricas y tectiformes en colosal mixtifori y no menos admirable sincretismo.
     En constreñido epítome podemos ornear abiertamente que quien ponía sus pies en la esotérica espelunca apostataba sin remisión de las atávicas creencias de su eximia e ínclita prosapia hasta el día en que las Parcas decidieran enfilarlo hacia el nirvana del Hades.
 
     Posdata:
     Afortunadamente, sus libros posteriores, que son muchos, han tenido una lectura más fácil. Me gustó bastante El camino del corazón. En cambio, La prueba del laberinto me pareció un auténtico fraude. Ambos fueron “Tema de Lara”, el primero con el segundo premio. El segundo, con el primero. Hablo del Planeta, claro, en distintos años. Al ganar el primer premio dijo algo así: “De los 50 millones, veintisiete van a Hacienda. No hay derecho. Y no nos quitan el IVA. Voy a coger los bártulos y me voy a ir a Colombia”.
     Dragó puro. No me extraña nada la pésima opinión que, según declara en una entrevista, tiene de los españoles y, concretamente, de los madrileños, esos que a partir de hoy van a verle la cara en el telediario de la noche. (España -dijo en dicha entrevista- es uno de los peores lugares del planeta para vivir: junto a Italia, es el país del mundo con más sinvergüenzas por metro cuadrado)
     Nada más, decirle a Fernando que Cervantes tuvo serios problemas con la Hacienda de su época, de la que era recaudador, y no andaría lejos de ser uno de esos españoles que él tilda de sinvergüenzas.
     Le deseo mucha suerte con este nuevo toro, que solo es uno más de los que le ha tocado lidiar en su ya larga vida. Cuando vino a torear a Villajoyosa, con Gárgoris y Habidis, yo fui el novillero que hizo de presentador. Hace ya muchos años.
     29-01-2007

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