Patricia, Martina, Rosa y Mariano, a la puerta de Vilamuseu, Villajoyosa
Discurso
de Mariano Estrada
En la
presentación del libro AL DICTADO DEL ÁNIMO
Buenas tardes
El escritor Luis Bonmatí me soltó un día esta
frase: Mariano, no entiendo cómo no te ha abandonado aún la poesía. Poco
tiempo después, la escritora Espido Freire la apuntilló de esta manera: no
creo que ya te abandone.
El señor Bonmatí, que es una persona ocurrente,
irónica y perspicaz, supone que es la poesía la que abandona al poeta, pero hay
razones fundadas para pensar que puede ser al revés. De hecho, es muy frecuente
que los poetas, cuando la realidad les abre los ojos, se pasen olímpicamente a
la novela. En este sentido, quizás Bonmatí debería haberme dicho: Mariano, no
entiendo cómo no has abandonado aún la poesía. Incluso a riesgo de que yo
le contestara con este sabio refrán: “Cuando un tonto coge la linde, la linde
se acaba y el tonto sigue”. Y si nos suena mal la palabra tonto podemos
buscarle un sinónimo: Quijote, por ejemplo. ¿O no es don Quijote el tonto más
tonto de los tontos? Cierto, si solo nos fijamos en la epidermis es un tonto
redomado, un loco, un mentecato, un majadero…Pero si ahondamos un poco en la
esencia del personaje descubrimos que ese tonto es el símbolo más grande que
Cervantes y España le han dado al mundo. ¿Símbolo de qué? De la justicia, de la
libertad… de la poesía. A mí no me importaría ser un tonto de ese pelaje.