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El dinero y los cuervos
Amalia Hoyos era
una mujer de cincuenta y tantos años a la que le pesaba mucho la soledad, a
pesar de que tenía un marido sano y cuatro hijos fuertes. El problema es que
los unos se habían hecho mayores y el otro se había hecho a la forma del
dinero, al que dedicaba todo su tiempo. Un día Amalia, sintiéndose más sola que
de costumbre, le espetó bruscamente a su marido:
-Querido Antonio: llega un momento en el que el dinero solo vale para pagar la funeraria y para que se peleen los herederos.
-¿La funeraria? –exclamó él, mientras sentía revolotear a su alrededor una manada de córvidos-. ¿Sugieres que me voy a morir?
-Querido Antonio: llega un momento en el que el dinero solo vale para pagar la funeraria y para que se peleen los herederos.
-¿La funeraria? –exclamó él, mientras sentía revolotear a su alrededor una manada de córvidos-. ¿Sugieres que me voy a morir?