Montiboli, Villajoyosa. Foto Mariano Estrada
Limoncillos verdes
Cuando uno está
enamorado, los limones vulgares se convierten en limoncillos verdes. A lo mejor
vosotros, en mi lugar, hubierais visto en los labios de vuestras novias naranjas,
ciruelas o albaricoques, pero lo cierto es que los diminutivos de esas frutas
no lucen con la misma gracilidad. ¿Naranjitas? ¿Ciruelitas? ¿Albaricoquitos?
Por favor, dejad ahí las manzanas, los aguacates, los melocotones… No tienen un
buen diminutivo para colgar de unos labios de encendida carne. Coged los
limoncillos verdes, os lo ruego. Colgando de unos labios de imanes enrojecidos no
se conciben las paraguayas, los caquis, los higos, las brevas, las peras, las
papayas, las chirimoyas…