Rosa, 2015. Tomándose un helado en El Campello
Cuarenta años de amor en tres momentos
El paraíso
Me alegran esos ratos de calma,
esas interrupciones de la actividad, esos momentos en los que la vida deja de
ser un exigente problema y el corazón, el cuerpo y la cabeza se tumban sobre una hamaca en el
entorno verdioscuro de la piscina. Me
alegran las gozosas evanescencias que los arácnidos del sueño van tejiendo
lentamente en tus ojos. Me alegra ese sosiego íntimo del que emana una profunda
serenidad y que solo ocasionalmente interrumpen los cantos de los pájaros. Me
alegra ese apagón momentáneo de la conciencia que se traduce después en
placidez, en vitalidad, en energía. Y me alegran esos rayos de sol que veo caer
sobre tu cuerpo en la plenitud de la tarde y del verano. Mirándote con estos
ojos de satisfacción y contemplándote con estos sentimientos de alegría,
comprendo muy bien tus repetidas advertencias preliminares: me voy al paraíso,
Mariano, espero que me respeten las serpientes.