Nicolás Pardo, Manolo Palazón, Mariano Estrada, Marta Llinares y Miguel Escrig. Foto Patricia Estrada
Palabras de Mariano Estrada en la presentación de su ANTOLOGÍA POÉTICA en la SEU Universitaria de Villajoyosa.
Buenas
tardes
Voy a ser breve, porque creo que lo importante no
es lo que pueda decir yo ahora, sino lo que han dicho ya Marta, Maite, Miguel,
Manolo y Nicolás.
Empezamos
Yo era un niño de 12 años la primera vez que oí la palabra antológico. Fue en
la radio y se refería a un gol que había marcado un brasileiro llamado Pelé.
¡Un gol antológico! Yo no sabía lo que significaba esa palabra, pero mi mente
de niño dedujo, por el tono en el que se expresaban los locutores, que era algo
grandioso, descomunal, insuperable… Lo que no difiere mucho del significado que
le atribuye el diccionario de la RAE, que dice: Antológico: “Digno de ser
destacado, extraordinario”. Claro que extraordinario suena un poco más suave
que descomunal o grandioso.
Algún tiempo después, ya en el colegio Virgen del Camino de León, supe que el vocablo antológico era un derivado de la palabra antología. Y que la palabra antología tenía su origen en el griego antiguo, por unión de las palabras ánthos, que significa flor y logía que significa selección, colección. Etimológicamente, por tanto, antología significa "Selección de flores". ¡Qué bonito! ¿No? Y, por extensión, se refiere a “una colección de obras literarias o artísticas escogidas y representativas”, Pues bien, lo que hacemos hoy aquí es presentar una selección de poemas escogidos y representativos. Es decir, los mejores poemas de cada uno de los libros antologados, según el criterio del autor.
Pero ninguna explicación se acerca ni de lejos al fogonazo que produjo en mi cabeza aquel gol antológico de Pelé que, a través de las ondas, venía de Brasil con un desorbitado cargamento de decibelios. ¡¡¡Goooool!!! ¡¡¡Gol antológico!!!
Curiosidades antológicas
En el proceso de realización de esta Antología poética, ha habido algunas
curiosidades que quiero destacar y compartir. Por ejemplo:
El número de páginas (312), tal vez
os parezca un poco excesivo, pero si le quitamos el prólogo, que tiene 57,
quedaría reducido a 245 páginas, que ya es más asumible, teniendo en cuenta que
los libros antologados son 19, que hacen un total aproximado de 200 poemas, es
decir, el 25% de mi producción lírica.
Añado que la selección original ocupaba
varias páginas más. Lo que quiere decir que se produjo una poda importante. Una
poda que siempre es dolorosa cuando es el autor el que tiene que hacerla. Y yo
tenía que hacerla porque el editor, con buen criterio y mejor determinación, me
hizo ver que el número de páginas resultaba un tanto abultado, cosa con la que
yo estaba íntimamente de acuerdo. Menos doloroso resulta cuando el antólogo es
otra persona, ya que los aspectos sentimentales no entran en juego y solo hay
que atenerse a los criterios puramente profesionales, se supone que en
beneficio de la calidad. Me explico: ante el inevitable rechazo de un poema
compitiendo con otro, ¿Cual sí, cual no? ¿Por qué tengo que rechazar este, si
es igual de bueno (o de malo) que este otro? He ahí el dilema, como diría
Hamlet, aunque refiriéndose, obviamente, a una indecisión más profunda: “Ser o
no ser”. Al final, y al contrario de lo que hizo Hamlet, que eligió vivir con
las penalidades de la vida ante la incertidumbre del más allá, lanzas una
moneda al aire y, si sale con barbas, san Antón. Y sigues adelante con los
dilemas hasta que cierras el garito de las indecisiones. Creo que con un buen
resultado.
El lugar donde he escrito
Todos los poemas de esta Antología poética fueron escritos en la Vila.
En realidad, toda mi producción literaria, que hasta ahora es de 31 libros,
además de los tres o cuatro que quedan por publicar, ha sido escrita en la
Vila. Excepción hecha de unos cuantos poemas, muy pocos, que fueron escritos en
León y en Madrid y son poemas mayormente de aprendizaje. Curiosamente, en
Muelas de los Caballeros no he escrito ninguno, a pesar de que sobre Muelas he
escrito lo que casi no se puede contar. Y aún haré otra excepción: el poema La
luna, que dediqué a Federico García Lorca en detrimento de mi mujer, Rosa
Corrales García, lo empecé a escribir en un hotel de Baeza y lo acabé rematando
en mi despacho de Villajoyosa. ¿Tendré que adjudicarle, por esta causa, una doble
nacionalidad? No lo sé, habrá que recurrir al fútbol nuevamente, que es donde
suele practicarse este tipo de duplicidades.
Y ya que toda mi obra literaria ha
sido escrita en la Vila, ¿no es lógico y razonable que esta Antología
poética de 19 libros y 40 años tenga en la Vila una presentación proporcionada
y digna? Yo creo que sí, tan proporcionada y digna como la que estamos haciendo
hoy aquí los que participamos en ella: Maite Sánchez, Concejala de Servicios Sociales;
Miguel Escrig, la voz por excelencia de Villajoyosa, Manolo Palazón, director y
actor de teatro y Nicolás Pardo, actor de cine y guionista. Por otra parte, me
satisface enormemente que la presentación de este libro haya corrido a cargo de
una persona vilera, escogida y representativa, condiciones que se cumplen con
creces en la persona de Marta Llinares, cuya presencia se extiente por todos
los rincones de la Marina Baixa gracias al prodigio de la radio, otra vez la
radio, donde ejerce de periodista y tiene merecidos reconocimientos y cargos
relevantes. No haría falta decirlo, pero lo digo: en la Vila, Marta es popular
por méritos propios.
Conclusiones
Mi
editor, Lalo F. Mayo, periodista que ha sido editor de “La voz de Galicia”
durante 4 décadas, me dijo que una Antología poética como esta, que abarca 40
años y 19 libros, merecía ser recibida con palmas por los medios de
comunicación y entes culturales de la zona. Y puede que no le falte razón,
aunque yo -que después de tanto tiempo estoy acostumbrado a los imperativos de
la realidad-, sé muy bien que la realidad de este tiempo no bebe los vientos
por la lírica. No obstante, en lugar de encoger el ánimo, yo he asumido estas
cosas con deportividad y con un cierto optimismo: soy consciente de que, en
términos generales, la poesía no levanta pasiones, pero las excepciones que
confirman la regla me han dado muchísimas alegrías. Y me consta, además, que
también se las han dado a muchas otras personas, a veces envueltas en lágrimas.
¿Sabéis que hay gente que llora leyendo poesía? ¿Sabéis que hay poemas con los
que uno puede partirse de risa? ¿Sabéis que hay versos que llenan de nudos las
gargantas y que ponen de punta las emociones? ¿Sabéis que la poesía es
catártica hasta el punto de poder sustituir al psicólogo? Será cuestión de que
los poetas empecemos a montar chiringuitos de sanación, aunque tengamos que
tributar a Hacienda. Nada nos haría más felices que ser contribuyentes netos.
¿Qué cómo justifico mi optimismo? Pues
veréis, podíamos hablar de las presentaciones de libros, de los 200 PPSs que se
han hecho con mis poemas, de los innumerables y enjundiosos comentarios de los
lectores, tanto públicos como privados; de los recitales, de las redes
sociales, de los premios literarios, de las charlas en colegios e
institutos…Voy a dar unos datos: mi primera página en internet, titulada Paisajes
Literarios, tuvo en dos años más de un millón de visitas. Y he tenido tres
páginas. Otro tanto ha ocurrido con mis blogs, el último de los cuales ronda actualmente
las 700.000 visitas. Se titula El futuro está en las rosas. ¿Habrá algo
más optimista en el mundo que el título de este blog? Y si no está en las rosas, ¿dónde puede estar
el futuro, en las guerras, en sus metáforas sociopolíticas? En las guerras solo
hay hambre, muerte, destrucción y desolación. Y en sus metáforas sociopoliticas
hay una suerte de matadero de la moral que nos lleva precipitadamente a la alienación
y a la esclavitud. Y eso no puede ser. No puede ser. Hay que devolverle al
mundo su perdida dimensión poética, aunque ello signifique luchar contra
molinos de viento.
Se puede replicar que el que no se
consuela es porque no quiere, para decirlo con una frase rotunda y tópica. Pero
lo cierto es que gracias a ese empuje constante del optimismo, yo voy a dejar
mi obra publicada, un objetivo que puede tildarse de satisfactorio. Si me
hubiera dejado vencer por el pesimismo, la apatía, la abulia, el descrédito y
el desánimo, mi obra estaría amontonada en los cajones de una mesa o hundida en
los archivos de internet, que van todos al pozo sin fondo del ciberespacio. O
tal vez mi obra no existiera o fuera simplemente una caricatura de lo que es.
En todo caso, yo creo que la pasión
lírica puede asumir perfectamente el hecho de escribir por amor al arte. Lo
demás viene luego, y, aunque es importante y deseable, no deja de ser
secundario. En este oficio, si así podemos llamarlo, la mayor satisfacción está
en el hecho puro y duro de escribir. Esa es mi convicción y mi convicción
procede de la experiencia. Estoy seguro de que ha habido muy buenos poetas de
los que nada sabemos porque no pudieron publicar ni un solo libro en su vida y
se los llevaron todos a la tumba. Esto ya no tiene por qué pasar. Nunca ha sido
tan fácil publicar un libro de poesía, aunque venderlo sigue siendo un empeño
realmente difícil. Ahí tiene la poesía su punto vulnerable, su talón de
Aquiles. Y en el mundo hay muchos Paris (o Alejandros) que siguen clavando en
el talón de la poesía sus flechas envenenadas. La diferencia está en que
Aquiles murió en la guerra de Troya, pero la poesía, que es una declarada superviviente,
ha salido indemne de todas las guerras, de todas las miserias y de todas las
hambrunas. Y también saldrá de las actuales, que son muchas, aterradoras, ignominiosas
e inhumanas. Porque la poesía, queridos amigos, no puede morir y nadie, absolutamente
nadie, la puede matar.
Agradecimientos
Quiero
expresar mi gratitud a todas aquellas personas que, en mayor o menor medida, me
han acompañado en este largo viaje por los anchos territorios de la poesía. Y
de una forma especial a Lalo F. Mayo, que es el responsable de la edición de
mis últimos 18 libros publicados. Suya es también la portada que ilustra este
libro, en la que pueden verse una palmera y un roble. El roble está insertado
en el paisaje sin tacha de mi niñez y la palmera se ha metido tanto en mis ojos
que -con el mar y el almendro-, me han llevado a reconocerme sin remedio en el
paisaje mediterráneo.
Gracias al Ayuntamiento de la Vila,
en la persona de Maite Sánchez, concejala de Servicios Sociales. A la Seu
Universitaria, en la persona de su director José Antonio Moya. Gracias, por
supuesto, a los participantes en este acto, al que le han dado una categoría
antológica. Maite, Marta, Miguel, Manolo y Nicolás. Y gracias al público en
general: familiares, amigos, conocidos y desconocidos, porque sin vosotros,
este acto sería un deseo insatisfecho.
Bona nit. Buenas noches.
Texto leído por Miguel Escrig
Mariano Estrada, La Vila, 13-11-2025

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Bien escrito. Y bien leído.
ResponderEliminarGracias, Manolo, en el acto de ayer estuvo todo bien, incluso de nota.. Un abrazo
Eliminar¡Enhorabuena, Mariano! Gracias por compartir tus vivencias y sentimientos.
ResponderEliminarGracias, José Luis: la poesía es lo mejor que puede compartir un poeta. Un abrazo
EliminarMariano, felicidades a tus ímpetus personales y felicitaciones por tu obra literaria. Abrazo argentino, largo y extendido. Victoria
ResponderEliminarMuchas gracias, Victoria, por tus felicitaciones. Y por ese abrazo largo y extendido que acaba de cruzar el charco. Otro te mando yo a ti de proporciones idénticas. Mariano
EliminarLo he leído ávidamente. Ya sabes lo que me gusta escucharte y saborear tus poemas. (Algunos más de una vez)
ResponderEliminarMe gustan especialmente los que emocionan, los que tocan el corazón y los que encogen el alma. También me gusta tu humor y tu ironía. En fin, por algo tu árbol literario ha dado tantos frutos.
¡Gracias Mariano. Un abrazote.
Hola, María, comentarios como este me incitan a seguir escribiendo. Por cierto, los poemas hay que leerlos más de una vez, en las segundas o terceras lecturas siempre se encuentra algo nuevo.
ResponderEliminarY no tienes mal gusto: los poemas que emocionan, los que tocan el corazón. La poesía es sobre todo sentimiento. Pero me gusta que aprecies también la ironía y el humor, que son una constante en mis escritos en prosa.
Gracias. Te mando un ramillete de flores. ¿O prefieres llamarlo antología? Con un abrazo y un beso