Despedida
No vayas a mandarme lazarillos
para
que ronden mi capa.
No mandes mensajeros con un pliego de noticias.
No quieras reemplazar la intimidad
colgándote
de un cable del teléfono.
Si quieres mi comida, ven.
Mi casa es tuya.
Mi brazo está dispuesto para andar contigo.
Mi corazón es un cuévano de mimbres
que no destila
rencores.
Te amo.
Pero no me mandes tragos que no caben en mi copa.
Mi copa no se alzará
si
no la pueblan tus besos.
¡Cómo quieres que beba por correspondencia,
que abandone mis pestañas
para que las preñe algún espejismo!
Mi casa tiene el acervo
que los sabios llevarían a las islas.
No estoy solo.
Sé vivir sin nadie.
Sé saltar el filo de las más hirientes barberas.
Tengo una alcoba de sueños para los pastos de noche.
No voy a derramar ni una lágrima.
No voy a permitirme el engaño
de soñar con tu arrepentimiento futuro.
Te borraré de mis ojos
si
tu adiós es un carámbano definitivo…
Y,
por favor, ¡no te vayas!
¿Cómo
puedes irte?
¿No
ves que en mis pupilas temerosas
se levanta un iceberg, un
monasterio?
Del
libro Azumbres de la noche
Mariano
Estrada www.mestrada.net Paisajes
Literarios
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