Buscar este blog

sábado, 4 de enero de 2014

Despedida


                                   Mariano Estrada, en su lejana juventud



Despedida

No vayas a mandarme lazarillos
                  para que ronden mi capa.
No mandes mensajeros con un pliego de noticias.
No quieras reemplazar la intimidad
                  colgándote de un cable del teléfono.

Si quieres mi comida, ven.
Mi casa es tuya.
Mi brazo está dispuesto para andar contigo.
Mi corazón es un cuévano de mimbres
                               que no destila rencores.
Te amo.

Pero no me mandes tragos que no caben en mi copa.
Mi copa no se alzará
                    si no la pueblan tus besos.
¡Cómo quieres que beba por correspondencia,
que abandone mis pestañas
                        para que las preñe algún espejismo!

Mi casa tiene el acervo
                        que los sabios llevarían a las islas.
No estoy solo.
Sé vivir sin nadie.
Sé saltar el filo de las más hirientes barberas.
Tengo una alcoba de sueños para los pastos de noche.

No voy a derramar ni una lágrima.
No voy a permitirme el engaño
de soñar con tu arrepentimiento futuro.

Te borraré de mis ojos
                     si tu adiós es un carámbano definitivo…

Y, por favor, ¡no te vayas!
¿Cómo puedes irte?
¿No ves que en mis pupilas temerosas
                     se levanta un iceberg, un monasterio?

Del libro Azumbres de la noche

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

No hay comentarios:

Publicar un comentario