Muelas de los Caballeros (Zamora), casa familiar. Foto MEstrada
Tras
la muerte de mi madre, vino un tiempo en que la casa familiar quedó
irremediablemente deshabitada. Cuando volví a encontrarme con ella, además de
un pinchazo en el corazón, sentí la ausencia de aquella alma grande que la
envolvía y que había ocupado siempre cada uno de sus rincones.
El
reflejo
Retomo
la niñez
para
subir al caudaloso
planisferio
de la inocencia
-lugar
donde la noche es un regazo
en
que se ahorma el día-,
y
allí se me abre el cáliz del amor,
su
innumerable espora o
el
alba incontenible de los sueños.
Sobre
las losas de pizarra,
el
alma reproduce
esta
visión del patio:
escaños,
abalorios, tizas...,
cosas
que inundan el perfil
borroso
de una gran rayuela.
Detrás,
en las profundas
alcobas
de la casa,
la
leña del hogar, el dulce
aditamento
de la risa,
la
pátina del beso, la amorosa
caricia
de una extensa madre...
¿Madre?
¿Quién
habita la casa sino el pálido
reflejo de una triste luna?
Del
libro Hojas lentas de otoño (1997)
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar"lugar donde la noche es un regazo en que se ahorma el día"
ResponderEliminarHermoso poema de recuerdos de una madre y una infancia revisitada.
Así es, Alejandro: recuerdos que nos acompañarán toda la vida. Gracias y un abrazo
ResponderEliminarLas madres como guardianas del fuego del hogar en el pasado. Otros tiempos, otros ámbitos.
ResponderEliminarGran poema, Mariano.
Desde luego que sí, Nicolás, las cosas han cambiado mucho desde entonces. En muchos aspectos, yo creo que para mal.Gracias y un abrazo
ResponderEliminarComo siempre, en este rincón de tu alma poética anida la llama de los recuerdos, de las sensaciones y emociones de la grata infancia, sustrato fértil de la que brota la poesía...
ResponderEliminarDel anterior comentario enviado por la falta de costumbre de manera anónima, ahora me identifico como Joan Piera...
ResponderEliminarTienes razón, Joan, todos los otoños se acaban resolviendo en recuerdos, a veces en pequeñas y dulces melancolías. Gracias y un abrazo
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