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miércoles, 15 de octubre de 2014

El reflejo



Muelas de los Caballeros (Zamora), casa familiar. Foto MEstrada

Tras la muerte de mi madre, vino un tiempo en que la casa familiar quedó irremediablemente deshabitada. Cuando volví a encontrarme con ella, además de un pinchazo en el corazón, sentí la ausencia de aquella alma grande que la envolvía y que había ocupado siempre cada uno de sus rincones.

El reflejo

Retomo la niñez
para subir al caudaloso
planisferio de la inocencia
-lugar donde la noche es un regazo
en que se ahorma el día-,
y allí se me abre el cáliz del amor,
su innumerable espora o
el alba incontenible de los sueños.

Sobre las losas de pizarra,
el alma reproduce
esta visión del patio:
escaños, abalorios, tizas...,
cosas que inundan el perfil
borroso de una gran rayuela.

Detrás, en las profundas
alcobas de la casa,
la leña del hogar, el dulce
aditamento de la risa,
la pátina del beso, la amorosa
caricia de una extensa madre...

¿Madre?
¿Quién habita la casa sino el pálido
 reflejo de una triste luna?

Del libro Hojas lentas de otoño (1997)

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

8 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. "lugar donde la noche es un regazo en que se ahorma el día"
    Hermoso poema de recuerdos de una madre y una infancia revisitada.

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  3. Así es, Alejandro: recuerdos que nos acompañarán toda la vida. Gracias y un abrazo

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  4. Las madres como guardianas del fuego del hogar en el pasado. Otros tiempos, otros ámbitos.
    Gran poema, Mariano.

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  5. Desde luego que sí, Nicolás, las cosas han cambiado mucho desde entonces. En muchos aspectos, yo creo que para mal.Gracias y un abrazo

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  6. Como siempre, en este rincón de tu alma poética anida la llama de los recuerdos, de las sensaciones y emociones de la grata infancia, sustrato fértil de la que brota la poesía...

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  7. Del anterior comentario enviado por la falta de costumbre de manera anónima, ahora me identifico como Joan Piera...

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  8. Tienes razón, Joan, todos los otoños se acaban resolviendo en recuerdos, a veces en pequeñas y dulces melancolías. Gracias y un abrazo

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