Ortega y El tema de nuestro tiempo. Refutación del racionalismo y del relativismo

Ortega y Gasset, tomada de internet sin ánimo de lucro

Ortega y El tema de nuestro tiempo

Refutación del racionalismo y del relativismo

Hace muchos años que el racionalismo, del que los filósofos han bebido (y vivido) tanto tiempo, fue refutado por Ortega y Gasset. Sin poner paños calientes, y con la claridad y maestría que le caracterizan, empieza por refutar a Sócrates, que fue el primer racionalista que hubo en el mundo. Y luego refuta a Descartes, quien ha pasado a la Historia de la Filosofía como el padre del racionalismo moderno. Y también refuta a Leibniz, que fue el filósofo que más lejos llegó en el intento de justificar esta teoría, la racionalista, que solo funciona bien con las abstracciones y los absolutos. Por ejemplo, con las matemáticas, donde todo es perfecto, donde no hay aristas, donde nada es discutible.

Lo que viene a decir Ortega es que la realidad no se acomoda a las ideas, como pretendían dichos filósofos, sino que son las ideas las que tienen que acomodarse a la realidad y tratar de explicarla hasta donde la razón lo permita, dado que la razón tiene unos límites que no puede traspasar, más allá de los cuales todo es intuitivo y, por lo tanto, tembloroso e irracional. De ahí los fracasos de todos los sistemas ideados por los filósofos idealistas o racionalistas, en los que la Idea venía a ser el sustituto de Dios. Hegel, Kant y Fitche son los ejemplos más notorios. A Ortega se le ha cuestionado siempre por el hecho de que no ideara un sistema cerrado, que era la pretensión de todos sus predecesores, pero en realidad no podía hacerlo porque él era un declarado anti racionalista, que es como decir un declarado antisistema.

Frente al dominio de la razón pura durante tantos años y frente al relativismo que fue su contrapunto a partir del siglo IXX, Ortega nos propuso la razón vital. Y esa fue una de sus mayores aportaciones a la filosofía, que fueron muchas y buenas.

Mariano Estrada, 01-08-2018, un día de calor, mientras hervían los sesos en la azotea.