Rosa, sep. 1975
Hechizo
La luna cayó sobre tu cara y mis ojos te contemplaron con una devoción incontenible. Sin embargo, no quise besarte para no romper la magia de aquel hermoso momento, que era una expresión extática de la belleza. Sentí un amor sereno y relajado que después se transformó en una tormenta de lumbre abrasadora. En ella nos quemamos hasta alcanzar el alba.
Mariano Estrada.
Del libro Rosa entre las rosas: cuarenta años de amor (2014)
Qué no extinga jamás esa llama ni siquiera después de la muerte, que diría Quevedo.
ResponderEliminarGracias, sé quién eres por esa referencia a Quevedo. Por cierto, yo también he dicho algo así en el poema "Compromiso":
EliminarYo quiero un absoluto
de garantía,
un compromiso firme
de que la muerte
no podrá nunca separarnos.
Gracias y un abrazo
Maravilloso¡¡
ResponderEliminarMuchas gracias, me gusta ese adjetivo. Un abrazo
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