A mi madre, que se fue hace 29
años y sigue ocupando un espacio en mi corazón.
Fluye de lumbres recordadas
un sahumerio de amor, un vaho
dulce que brota en la ceniza.
El reflejo
Retomo
la niñez
para
subir al caudaloso
planisferio
de la inocencia
-lugar
donde la noche es un regazo
en
que se ahorma el día-,
y
allí se me abre el cáliz del amor,
su
innumerable espora o
el
alba incontenible de los sueños.
Sobre
las losas de pizarra,
el
alma reproduce
esta
visión del patio:
escaños,
abalorios, tizas...,
cosas
que inundan el perfil
borroso
de una gran rayuela.
Detrás,
en las profundas
alcobas
de la casa,
la
leña del hogar, el dulce
aditamento
de la risa,
la
pátina del beso, la amorosa
caricia
de una extensa madre...
¿Madre?
¿Quién
habita la casa sino el pálido
reflejo de una triste luna?
Mariano
Estrada
Del libro Hojas lentas de otoño
(1997)
Es precioso, Mariano, qué amoroso y evocador, y más en un día como este. Todas las madres podemos sentirlo como propio. Gracias!
ResponderEliminarGracias, es verdad que en este día todas las madres convergen en una. Tal vez por eso decimos El día de la madre. Felicidades y un fuerte abrazo.
ResponderEliminar