El uno con el tres, trece. Si te parece
Hola, Martina:
Tengo ante mis ojos un libro que se titula “12 cartas a los 12 años de
Martina”. Con él quise cerrar el ciclo de tu niñez porque me había
percatado de que la vida, de pronto, te había aproximado a los territorios
insondables de la adolescencia. Pero las cosas son como son y no como uno las
imagina, de manera que en el año transcurrido ha habido un poco de todo: ratos
con tintes de adolescencia, ratos con tintes de niñez y ratos incluso con
tintes de “mayor”. La proporción no la sé, ni creo que eso sea fácil de
deslindar.
Así, entre pensamientos de un lado y reflexiones de
otro, ha llegado tu cumpleaños nº 13, que es exactamente lo que parece:
un uno y un tres.
-¿Y este año no hay carta, Mariano?
-Carta sí, la estamos escribiendo en estos momentos.
-¿Y libro?
-En cierto modo, también: ya sabes que hace
poco he publicado una Antología poética…
-¿En cierto modo? ¿De qué modo? Ese
libro no lo has escrito para mí…
-Ya, pero tanto tu mirada como tú ocupáis en él todo un capítulo…
-¿Y cuántos capítulos tiene, señor poeta?
-Diecinueve…
- ¿Y con esa pequeña zanahoria quieres que dé saltitos de felicidad?
-Jolines, Martina. Tu adolescencia empieza a ser inconformista y rebelde. Voy a
dejar de ser tu mayordomo…
-No puedes.
-¿Por qué no puedo?
-Porque el vínculo que nos ata es para toda la vida.
-¿Y no me darás nunca la jubilación?
-¿La jubilación? Pero si acabo de añadir un nuevo cargo a tus numerosas
funciones.
-¿De veras?
-De veras. Hace unos días jugué un torneo de tenis, como sabes. Después jugué
un partido con una amiga y tú fuiste para mí una gran ayuda.
-Claro, mi presencia y mi apoyo te sirvieron de gasolina.
-¡Y tanto! Lo hiciste tan bien que acabo de darte el cargo de recogepelotas.
Si tu veux, bien. Si tu veux pas, tant pis
pour toi. ¿Comprendes?
-Sí, comprendo que ahora tengo dos cargos, que en uno de ellos me tengo que
agachar y que solo tengo un riñón. Menos mal que mide 14 centímetros.
Martina, tenis. Foto de Patricia Estrada
Este diálogo -que no es literal, pero tampoco
apócrifo-, de alguna forma estaba prefigurado en el libro “La mirada de
Martina”. (2019) Para demostralo, dejo aquí dos poemas del mismo.
-¿Del mismo tenor?
-Sí, y del mismo libro.
Los poemas
Tus caprichos
Te
digo porque yo quiero
lo
que tú quieres que diga,
¿Por
qué me cambias las reglas
al
empezar la partida?
Yo me someto con gusto
a
tus constantes caprichos.
¿Por
qué razón los renuevas
cada
poco y sin aviso?
Con semejantes vaivenes
a
mí me vuelves bisojo
o
me rompes la cintura
o
me dejas medio cojo.
Aunque, a pesar de estos lances,
complacerte
es divertido,
porque
tus cosas me matan
pero
tú mueres conmigo.
Jugando contigo
Iré
si quieres que vaya,
vendré
si quieres que venga.
Y
si me pides la luna,
iré
en un verso a traerla.
Porque contigo, Martina,
la
voluntad se doblega,
el
pensamiento se allana
y
las razones no cuentan.
Poner en duda estas cosas
es
ignorar la evidencia.
Y
la evidencia eres tú
con
todas tus consecuencias.
Iré si tú me lo pides,
vendré
si tú me lo ordenas.
Y
si me quieres ver quieto,
no habrá Titán que me mueva.
Vaya, Martina: he entrado en el campo de las
despedidas, pero me he dado cuenta de que aún no te he felicitado. ¿Y qué sería
una carta de felicitación sin felicitación? ¿Un plato vacío? Menos mal que las
musas me han susurrado al oído lo siguiente: “Mariano, sería inconcebible que
cerraras la puerta sin haber felicitado expresamente a Martina”. Y como eso es
verdad, recojo el recado y te felicito con el mejor de mis deseos:
¡¡¡¡FELICIDADES, MARTINA!!!!
Que el siete de septiembre sea para ti un día feliz, que te sientas felicitada
por todos los que te queremos, que somos muchos, y que la vida te lleve por
caminos y lugares que sean dignos de ser soñados por ti.
Tus abuelos Rosa y Mariano. Los dos te deseamos las
mismas cosas.
La Vila, 07-09-2025
Martina. Foto de Patricia Estrada
Preciosa Martina muchas felicidades ,que siempre disfrutes mucho de todo lo bueno que nos da la vida ,qué privilegio tienes con tu abuelo que te ama tanto que no le importa agacharse para ser tu recogepelotas pase lo que pase ahí va a estar porque eres parte para siempre de él.Felicidades !!!😘😘
ResponderEliminarHola, Anónimo: yo también me siento privilegiado porque puedo estar bastante tiempo con ella, verla crecer y ser un poco parte de su vida. En cuanto a las pelotas de tenis, puedo decir que aún estoy en disposición de recogerlas sin problemas, y, por otra parte, no creo que vayan a ser demasiadas. Gracias de nuevo y un abrazo
ResponderEliminar