Foto tomada de internet sin ánimo de lucro
Be water, my friend.
Hace calor y hay fútbol en la tele, como aquel infausto día en que yo me licué en el sofá del salón de mi casa. Por entonces ponían un anuncio de Bruce Lee: “Be water, my friend”. Ahora lo ponen de un niño-filósofo que se ha comprado un coche con cuatro años. Con aquel me hice agua bendita. Con éste me hago cruces de incredulidad ¿Cómo es posible que un niño como ése no pueda conducir todavía? Dice que se divierte abriendo y cerrando las puertas, pero no es verdad. Con esa pose sesuda y esa cara de conformidad aparente, lo que está pidiendo es marcha: volante, carretera, velocidad. Y una rubia en el asiento de al lado para mirarle las piernas durante 14 años consecutivos, que son los que le faltan para escalar las montañas de la mayoría de edad, dignidad y gobierno. Claro que, para entonces, la rubia ya tendrá hijos de tecnología punta e inteligencia robotizada que habrán cogido el volante justo a la salida del útero.
Un abrazo y be water again
Be water, my friend
Para Patricia, que ha estudiado publicidad
Si digo que estaba viendo la tele, debo aclarar al punto que estoy diciendo algo realmente excepcional, porque la veo muy poco, pero también que es de noche, ya que nunca veo la tele de día. ¿Ustedes sí? No saben lo poco que me pierdo.
Bien, pues estaba a punto de empezar el partido (Aclaro también que, para mí, la tele es algún rato de Buenafuente y determinados encuentros de fútbol, al margen de muy pocas películas). Es verdad que en ocasiones, esperando el monólogo del catalán o el inicio del partido, te tragas los anuncios porque tienes la manía de la integridad, es decir, que lo que ves, y más si no es mucho, quieres verlo al completo. Y en eso estaba, esperando esa imagen que nos pone frente a un balón, un círculo blanco pintado sobre el césped, un jugador y un árbitro. Eso es todo. Que no es poco, por otra parte, ya que, en partidos considerados de alto riesgo, ese es justamente el centro neurálgico del mundo. Espero que nadie se sorprenda ¿Te sorprendes tú, amigo?
Pero el partido no acaba de empezar y en lugar de ello aparece en la pantalla Bruce Lee: “Be water, my friend”. Dijo. Y a mí se me corrieron las neuronas hasta quedar empapadas en sudor ¿Be water? –repetí sorprendido, porque tengo que decir que estaba literalmente sudando-. ¿What is the pasa? –Aduje-. Antes de la aparición de Bruce Lee, los humanos ya éramos agua en un setenta por ciento. Es normal que sudemos, pero, ¿por qué tenemos sed? Be water, be water…
Me dejo llevar por ese rostro simpático del actor, por esa boca extraña que deforman un tanto las palabras que pronuncia, y, ¿qué veo? Pues veo con sorpresa que me voy deshaciendo en el sofá, vamos, que el treinta por ciento que corresponde a los otros componentes de mi cuerpo se ha licuado también. Y encima me he meado. Soy agua por todas partes, soy agua de manantial, “I am water, my Lee, I am water”….
Después fui un momento carretera, luego coche y mujer. Ni siquiera vi empezar el partido. Es más, cuando me di cuenta de ello el Madrid ya había marcado dos goles. El resto fue una lluvia relajante, caída sobre mi alma y cargada de serenidad. Ya sabéis lo que pasa cuando uno se alivia hasta sus últimas gotas.
Al acabar el encuentro, mi mujer, que es alérgica al fútbol por naturaleza, entró al salón porque quería ver una peli. Quedó un tanto extrañada de que yo no estuviera. ¿Where is dónde? Y más aún de que el sofá, en el que ella se disponía a ver esa peli para dormir, estaba completamente mojado. Y chorreaba. Siguiendo con el negocio, en la pantalla habían vuelto a instalarse los anuncios. Mi mujer se dirigió a la cocina rezongando: “¿de dónde ha salido tanta agua?” Cuando volvió con la fregona, Bruce Lee estaba diciendo nuevamente: “Be water, my friend”. “¿Be water?” –repitió sarcásticamente, pero ella no quiso entrar en el juego-.
Tengo que añadir que mi peso al desnudo es de ochenta kilos. La equivalencia en densidad es de uno a uno. Las ropas quedaron sobre el sofá, tendidas y mojadas, porque ellas, insensibles y muertas, no tienen la capacidad de licuarse. “Mariano…” –gritaba mi mujer mientras me iba recogiendo con el mocho- “Pero adónde se habrá metido este hombre. Nunca está cuando más falta hace…” Para entonces, ya había recogido tres cubos de mi cuerpo hecho agua por influencias de la publicidad… ”Mariano, Mariano… Ven, coño, que ha debido romperse una tubería…”
Mariano Estrada http://www.mestrada.net/ Paisajes Literarios
Blog: http://paisajes.blogcindario.com/
Jejejeje, quiero pensar que lo primero que cambio su estado físico debió ser la materia gris, que ya la debías tienes color de Mar, esto es: marrón polución con trazos de negro tuberia. Disculpa las faltas ortográficas, voy en un bus camino de la emérita capital del reino y hago uso de tecnologías que, como el niño repelente ese del coche me vienen grandes, pero me intento divertir posteando y desposteando. Un abrazo mai frend.
ResponderEliminarBuenos días, Mariano, hace una hora que me he levantado y respecto al fútbol, mal.., espero que se cumpla lo del pulpo, y no lo mío, porque he soñado que perdía España 1-0 y de penalty.
ResponderEliminarY siguiendo lo del anónimo, un abrazo my friend.
JMP
Un saludo de lluvia desde Kiev, Mariano :) muy laconico, pero, para mandarte un poco de aire fresco sin darle mas trabajo a tu mujer. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Anónimo: espero que sigas dándome pistas, hasta el descubrimiento final. Cuando eso suceda iré a buscarte para tomar un café en el bar más recóndito de la capital del reino. Con agua procedente de las cañerías corporales. O sea, con lágrimas que vengan de la risa.
ResponderEliminarNo he apreciado faltas ortográficas ni temblores originados en los movimientos del autobús.
Un abrazo
Hombre, José Miguel: te habías perdido y has resucitado. Me alegra esta visita tuya.
ResponderEliminarYa veremos si tu sueño tiene más valor que el pulpo ése que se ha comido el mejillón español.
Si es por historia, ganan los alemanes. Si es por filigrana y jogo bonito, nosotros les damos sopas con honda.
Yo creo que vamos a ganar con un gol de Torres.
Un abrazo
Hola, Olga: la lluvia de Kiev es bien recibida en este mediterráneo soleado y caluroso. Y tus palabras de aire fresco también, por más que sean breves como Pipino.
ResponderEliminarEl abrazo que yo te mando no es nada lacónico.
Mariano