En casa amigo En la playa
Martina 2015. Tres años como tres soles
Martina 2015. Tres años como tres soles
Está
guapa, guapa. Tiene ese color precioso que nos suele dar el verano cuando
tomamos el sol. Y ella lo ha tomado con creces. Y con crema protectora, por
supuesto.
Parece
un granito de café sin torrefactar. O un tarrito de miel. Con ricitos en el
cogote, unos ojos oscuros y una risa blanca…
Terminó la guardería y dice que es mayor. Va
a empezar el cole. Hoy cumple tres años…No son demasiados, pero ya tiene muchas
anécdotas. Dejó aquí dos de las últimas. Veamos:
Su primera caquita en el wc
Su primera graduación
El sábado 25 de julio del 2015, sobre las once de la noche, me senté con Martina en la pequeña escalera que comunica el porche de la casa con la piscina. A esas horas, desde allí, se ve de frente la luna.
-¿Cuántas lunas ves, Martina?
-Una –me dijo con naturalidad.
-Acércate un poco más, mira a la piscina, ¿qué ves?
-¡Otra luna!… -dijo con cara de sorpresa-. ¿Hay dos lunas, abuelito?
-No, Martina, solo hay una. La de arriba es la buena. La otra es un reflejo en el agua, como el tuyo cuando te miras al espejo. La podemos mover, si quieres. ¿Quieres que la movamos?
-Sí, la movemos.
Bajé los 5 peldaños de la escalera y, con un churro de plástico, moví ligeramente el agua y la luna se convirtió en un juguete resquebrajado que daba la sensación de que se movía.
-¿Ves cómo se mueve? –le dije.
-Sí, abuelito, se mueve…
-Una –me dijo con naturalidad.
-Acércate un poco más, mira a la piscina, ¿qué ves?
-¡Otra luna!… -dijo con cara de sorpresa-. ¿Hay dos lunas, abuelito?
-No, Martina, solo hay una. La de arriba es la buena. La otra es un reflejo en el agua, como el tuyo cuando te miras al espejo. La podemos mover, si quieres. ¿Quieres que la movamos?
-Sí, la movemos.
Bajé los 5 peldaños de la escalera y, con un churro de plástico, moví ligeramente el agua y la luna se convirtió en un juguete resquebrajado que daba la sensación de que se movía.
-¿Ves cómo se mueve? –le dije.
-Sí, abuelito, se mueve…
Se volvió hacia mí, me miró a los ojos y
dijo:
-Ahora párala…
-Ahora párala…
Pocos
días después, Martina y yo nos sentamos en el borde de la piscina, quedando
esta de espaldas. Ella se giró de pronto y me dijo:
-Està brut. (Está sucio)
Yo miré hacia atrás y repliqué:
-No, Martina. ¿Por qué dices eso? La piscina está limpia, limpia, limpia…
Ella no discutió, pero dijo:
-Anem a vore. (Vamos a ver)
Se incorporó, me cogió de la mano, se subió a la piedra en la que estábamos sentados, tiró de mí hacia un punto concreto, señaló con el dedo y exclamó.
-Ahi està brut. (Ahí está sucio)
Y, efectivamente, en aquel punto se habían depositado unas pequeñas hojas que destacaban entre las teselas del fondo de la piscina. Así que le di gustosamente la razón.
-Pues es verdad, Martina, no las había visto.
Ella no hizo ningún gesto de arrogancia ni pronunció ninguna palabra de victoria, como tal vez hubiera hecho una persona mayor, sino que se limitó a desandar el camino, sentarse en el lugar en el que anteriormente estaba sentada y pasar a otra cosa con la naturalidad más grande del mundo.
-Està brut. (Está sucio)
Yo miré hacia atrás y repliqué:
-No, Martina. ¿Por qué dices eso? La piscina está limpia, limpia, limpia…
Ella no discutió, pero dijo:
-Anem a vore. (Vamos a ver)
Se incorporó, me cogió de la mano, se subió a la piedra en la que estábamos sentados, tiró de mí hacia un punto concreto, señaló con el dedo y exclamó.
-Ahi està brut. (Ahí está sucio)
Y, efectivamente, en aquel punto se habían depositado unas pequeñas hojas que destacaban entre las teselas del fondo de la piscina. Así que le di gustosamente la razón.
-Pues es verdad, Martina, no las había visto.
Ella no hizo ningún gesto de arrogancia ni pronunció ninguna palabra de victoria, como tal vez hubiera hecho una persona mayor, sino que se limitó a desandar el camino, sentarse en el lugar en el que anteriormente estaba sentada y pasar a otra cosa con la naturalidad más grande del mundo.
Una pequeña lección para nosotros, los
mayores, que además de querer tener razón a toda costa, cuando la tenemos por
casualidad queremos restregársela al otro por los morros. “¿Ves? Ya te había
dicho”…
El cerebro de los niños es una pequeña “máquina”
de aprender que los abuelos magnificamos con devoción y convertimos en baba,
una baba exultante y amorosa. El cerebro de Martina progresa adecuadamente. De
las muchas anécdotas que va dejando esparcidas por allí por donde pasa, he
elegido estas dos para que quede constancia de que, además de aprender, también
tiene algo que enseñar, y no solo los dientes.
Felicidades, Martina. Tus años son soles por
el día, lunas y estrellas por la noche. Por eso eres brillante para nuestros
ojos, que babean admiración y cariño en una lluvia de amor. Y como cae en
verano, tu cumple será siempre moreno, igual que la carne del mazapán. Tus
abuelos te deseamos que también sea siempre dichoso.
Una tarta, tres velas y tres besos tres
veces.
Tus abuelitos
Tus abuelitos
07-09-2015
Que hermosura. Cuanto amor. Me parecia estar con mi nieta de la misma edad. Hay que disfrutarlos y agradecerles toda la alegria que nos brindan. Bella Martina
ResponderEliminarMuchas gracias, María: ya he visto a tus nietos en tu página de facebook. Son adorables. Martina y yo te agradecemos el piropo. Un abrazo
EliminarLa luna lleva 6 besos...
ResponderEliminartres para la bella Martina... y tres para tī!
Vaya, Ángela: ¡cuánto tiempo! No veas la alegría que me has dado. Gracias por aparecer en este día.
EliminarEn cuanto a los besos, le daré uno a Martina y yo me quedo con cinco. Lo digo porque cuando vayamos a la fiesta me dará un beso apresurado y seguirá desfogándose con sus amigos....
Te mando un fuerte abrazo
Mariano
Feliz cumpleaños solcito.eres hermosa!!!!!!!!Mar
ResponderEliminarMuchas gracias, Mar: es una gran alegría. Le diré e Martina que hay un Ángel en Buenos Airres que la llama hermosa. Te acompaño en los recuerdos.
EliminarTe mando un fuerte abrazo y un beso
Feliz cumple, Martina. Es una suerte tener unos abuelos que escriban así.
ResponderEliminarGracias, Olga: en nombre de Martina y en el mío. Lo de la suerte es reversible, ¿no crees? Para nosotros es una suerte tener una nieta como ella. Un abrazo
EliminarQué lindo recuerdo tendrá esa bella Martina cuando la vida de adulta le muestre lo que ha dejado escrito su abuelo Mariano sobre ella. Las palabras actuales se las podrá llevar el viento, pero lo escrito perdurará en el tiempo. ¡ Preciosa nieta y distinguido abuelo !! Felicidades para todos desde Corrientes - Argentina , deseo que viajará en un fuerte abrazo . Victoria
ResponderEliminarHola, Victoria: me alegra verte por estos pagos. Martina ya cuenta con tres escritos de felicitación, uno por año cumplido. Espero que sean muchos más, aunque el límite no lo va a poner el abuelo.
ResponderEliminarGracias por tus generosas palabras, en el nombre de Martina y en el mío. Un fuerte abrazo desde el Mediterráneo.
Me encanta poeta el color del cristal con el que siempre has mirado la vida.Mucha felicida"des" y recibas Mariano en tus raíces, en tus retoños y en tus preciosas letras.
ResponderEliminarMuchas gracias por seguir compartiendonos trozos de tu vida y de tu corazón y por dejarnos en tus letras la convicción de que un futuro y una humanidad mejor están aguardando a que corazones inocentes y más que hermosos como el de Martina los hagan realidad.
Os deseo una larga y prospera vida llena de amor y de bellas anécdotas para disfrutar y compartir. Un abrazo inmenso desde Madrid.
Hola, Antonio: yo fui un niño travieso, hiperactivo, inocente y feliz. No creo que haya contradicción entre esos términos. Todo ello lo deposité en el banco de la vida y luego, de mayor, he vivido y vivo de las rentas. De ahí que el cristal al que te refieres esté revestido siempre de una película de optimismo y de fe. Porque yo sigo creyendo en el hombre, a pesar de sus múltiples tropiezos.
ResponderEliminarMartina ha venido a darme un impulso. Ella también es vitalista.
Gracias por tus generosas palabras. Un fuerte abrazo