Casa Familiar, Muelas de los Caballeros (Zamora). Foto M. Estrada
Flashes líricos
1.- Yo he llegado a la poesía en circuitos de soledad, en
bocanadas de fe y en butacones de tiempo, rumiando los pastos deglutidos en la
infancia y la primera juventud con la saliva nutriente de una lectura desordenada y abundante que, bajo
abonos de avidez y regadíos de
voluntarismo, alcanzó su plenilunio en el sosiego feraz de un matrimonio sin
televisión. (1997)
2.- Siempre he pensado que escribir poesía es un acto de la
voluntad antes que un regalo de la inspiración, razón por la que he podido
afirmar que, para enfrentarme a ese toro, "yo no entiendo de ritos, como
no sea el de ponerse delante de un papel y de mirar hacia adentro para extraer
una vivencia sedimentada, una rosa incorrupta, una paisaje añorado, un dolor,
un gozo, una sombra vieja que ha medrado en el vértigo y la noche". ¿Qué
es, por tanto, la inspiración, sino una dama obsecuente y generosa, abocada a
la eclosión y al abrazo? (1995)
3.- Después de tantos años de inmersión y maridaje lírico, uno se
da cuenta de que, al final, la poesía es una forma de entender y de afrontar la
vida. Tal vez la poesía que se escribe sea consecuencia de la poesía que se
vive, pero ni mucho menos se escribe
toda la poesía que se vive. Por otra parte, yo creo que hay poetas pasivos (los
lectores, por ejemplo); creo también que hay personas que “hacen” poesía con su
profesión, con su arte, sea este el que sea; con su entrega, con su
generosidad, con su sacrificio, con su nobleza, con su equilibrio y su armonía,
con su forma de ver y de vivir. La poesía es previa a nosotros y está ahí, “en
el aire, en el humo de las chimeneas, en el vaivén de las mieses bajo la brisa,
en el nido amoroso de los pájaros, en las bardas de los corrales, en las flores
cárdenas del brezo”. Y en los rizos del mar, en la inocencia de los niños, en
los arrumacos de los animales, en la sonrisa de las personas, en las manos de
los que dan y de los que piden, en las caricias de los viejos, en el beso de
los amantes, en los serenos ojos de un hombre arrinconado por la soledad o un
niño zaherido por el hambre… Nosotros
expresamos de múltiples maneras algunas de esas cosas o situaciones. Algunos
incluso las escribimos, y esa expresión escrita es a la que solemos referirnos
cuando hablamos de poesía, tal vez tomando la parte por el todo. A ella es a la
que se refería Borges cuando dijo que la poesía es un don, que tal o cual verso
afortunado no debe envanecernos porque es obra del azar o del espíritu y que
solo los errores son nuestros. (2013)
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