Miguel Escrig, Manuel Palazón y Nicolás pardo. Foto del móvil de José Piqueras
Presentado el libro Vientos de soledad. Como estaba previsto, el acto se celebró el sábado día 9 de junio en el Centro Social Llar del Pensionista de Villajoyosa.
El poema Vientos de soledad es el que le da título al libro. Obtuvo un accésit en el Premio de la Poesía "Festa d'Elx", en el año 1984. Fue leído por Manuel Palazón.
Vientos de soledad
Me despierta el aire,
me despierta el viento,
todas las mañanas
y a cada momento.
Oigo tus quejidos,
oigo tus lamentos,
oigo que estás sola,
sé que estás sufriendo.
Sin embargo el alma
donde está ese duelo,
se te esconde, muda,
en la voz de adentro.
Esa no la oigo,
esa no la siento,
esa está callada
cuando sopla el viento.
En la sima honda
de tu amargo pecho,
se te muere toda,
se te va muriendo.
Y tus ojos lloran
como llora el viento,
sin saber si es malo,
sin saber si es bueno.
Que de nada vale
vaciar el pecho,
si se saca el agua,
y se deja el cieno.
Porque el aire pasa,
porque pasa el viento,
sin notar siquiera
lo que llevas dentro.
Y tus llantos callan
ese polvo extenso
que te pesa en barro
lo que en carne un muerto.
Si me miras, mira
con mirar entero;
en los ojos, alma,
en el alma, fuego.
Y si son tus labios
los que se hacen verbos,
lléname la boca
de huracán y truenos.
Que me da tristeza
resbalar del sueño
por el aire solo,
solo por el viento.
Saca de tu entraña
todo el sufrimiento;
sácalo con vida,
no lo ahogues dentro.
Sácalo a los ojos,
sácalo a los besos,
dámelo en abrazos
cuando me despierto.
Dámelo en temblores,
dámelo en anhelos,
quédate desnuda,
rásgate de velos.
Dame con la carne,
dame con los huesos,
con la voz más honda
de tus sentimientos.
Noches y mañanas
y a cada momento,
cuando sople el aire,
cuando gima el viento.
El poema La mitad de la vida fue leído por Miguel Escrig
La mitad de la vida
La mitad de mis apegos son costumbres,
la mitad de mis quehaceres son rutinas;
la mitad de mis amigos son extraños
y quizás mi soledad es medio mía.
La mitad de lo que digo, vanagloria;
la mitad de lo que callo, cobardía;
la mitad de lo que sufro, masoquismo;
de lo que amo, la mitad egolatría.
Por mitad mis ilusiones, intereses.
Por mitad mis pensamientos, fantasías.
Por mitad mi libertad una mazmorra.
Mi verdad es media parte una mentira.
La mitad de mis miradas son pestañas,
dentadura la mitad de mis sonrisas.
La mitad de mis pisadas, pisotones,
y el total de mis mitades, media vida.
El poema Amanecer no deseado fue leído por Nicolás Pardo
Amanecer no deseado
Cantaban los jilgueros la mañana
en tanto las arañas me roían;
las hojas del otoño se mecían,
chirriaban los herrajes de mi cama.
El día era de luz tras la ventana,
la noche estaba dentro todavía;
aquí la habitación era sombría,
allí la claridad inmaculada.
En tal contradicción me despertaba,
sintiendo en mi dolencia la alegría
de formas en que Dios amanecía.
Alzar mi corazón con la persiana
hubiera sido bueno, pero había
un garfio intestinal que lo impedía.
Mariano Estrada, del libro Vientos de soledad (1984, publicado en 2018)
El acto terminó con la exhibición de un bloque de fotografías sobre el Mar, del fotógrafo Fernando Medrano, a quien está dedicado el libro.
Mariano Estrada y Fernando Medrano. Foto del móvil de José Piqueras
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