Queridos amigos:
Aquí está por fin la ANTOLOGÍA POÉTICA a la que he dedicado mi tiempo en los últimos meses. Aún no sé cuándo será la presentación. En cuanto lo sepa os lo comunicaré puntualmente. Un abrazo.
Texto de la contraportada
Cuando nos duele una
parte del cuerpo solemos ir al médico. ¿Qué solemos hacer cuando nos duele el
alma? Yo confieso que exprimo las neuronas como si fueran naranjas hasta que
logro extraer un zumo de dolor que, al desgajarse de la intimidad, va adquiriendo
la forma de un poema. De este modo consigo que aquello que me tortura quede
fuera de mí, evitando un sufrimiento vano. Cada vez estoy más convencido de la
utilidad catártica de la poesía, tanto para el que la escribe y la ofrece a los
demás como para el que la recibe, la penetra y la asimila, es decir, para el
que la reescribe como lector. Por otra parte, declaro sin ambages que, lejos de
la pusilanimidad, la poesía me ha hecho fuerte en los momentos difíciles.
Texto de la solapa
Nací en 1947, en un pueblo de Zamora
llamado Justel, cuyo censo debía de arrojar un monto de 300 almas si me
contaban a mí. A los 10 años mi familia se trasladó a Muelas de los Caballeros,
a solo 6 km. de distancia contados en curva. Entre los libros de estos dos pueblos, no
había ninguno que fuera exclusivamente de poesía. Pero la poesía estaba allí
con nosotros, en el aire, en el humo de las chimeneas, en el vaivén de las
mieses bajo la brisa, en el nido amoroso de los pájaros, en las bardas de los
corrales, en las flores cárdenas del brezo...
De 1960 a 1965 estudié en un
internado de dominicos de León, llamado Virgen del Camino, donde se daba una
enseñanza humanista que incluía latín, griego, música, poesía y deporte. Allí nacieron,
como jugando, mis primeros poemas. De 1965 a 1973 residí en Madrid, donde
trabajé lo que pude, estudié menos de lo que debía, me divertí mucho, canté en
un coro de folclore ruso y me dieron un Premio de poesía, tras superar una
acusación de plagio. Un filólogo de la Universidad sugirió que el mío era un
poema perdido de Garcilaso de la Vega o de Calderón de la Barca, lo cual hinchó
mi ego de autor.
A Villajoyosa llegué en un 600
descapotable de color blanco. Era el año 1973. Llevaba conmigo, además de un
hatillo de ilusiones, una provisión liviana de dinero, un poco de ropa, los
documentos imprescindibles para ser una persona de bien y unos cuantos libros
con los que siempre me ha gustado viajar, casi todos autorizados por la
censura. Y fue en Villajoyosa donde, en 1984, publiqué mi primer libro, al que
siguieron otros 30. Entre ellos están los 19 poemarios de esta Antología que
espero que disfruten. ME
Mariano Estrada 05-03-2025
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