Mariano Estrada, en la plaza de san Marcos, Venecia, sep. 1975
Palomas
desprendidas de un alero de barro
Iban a
volar incontenibles.
Para
eso nacieron.
En
vano las codiciaba la muerte.
Una de las cosas que quisiera conservar de por vida es la
capacidad de sentir: condición que creo suficiente para andar por este mundo con
el pecho descubierto, evitando no sólo las abulias e hipocondrías, sino también
los estímulos bastardos o artificiales.
Naturalmente, soy consciente de que los sentimientos a menudo son
dolorosos, pero no lo soy menos de que “al dorso de un dolor puede haber un
pámpano de felicidad”. Dicho de otra forma: sin esa capacidad de sentir no
puede haber sentimientos, y, sin sentimientos, no puede haber dolores o
felicidad ¿Y qué otra cosa es la vida?
En mi alma se cruzan de continuo –acaso alguna vez de consuno-,
los hilos de tan opuestas corrientes, dejándome en los ojos aluviones de gozo o
de pena, de desamparo o de amor.
Esta es la causa por la que, frisando los cuarenta años de vida,
el barro que me constituye ha engendrado unas candorosas palomas. Que el dios
me las permita engendrar largo tiempo, porque creo que es un modo muy lúcido, y
muy digno también, de mantener a raya a la muerte.
El alba
Era el alba muy tierna,
como un pichón de paloma,
un apunte frágil del rayano día.
Y ya la tierra temblaba.
Y ya blandía el gallo su reloj de pluma
bajo el humo denso de las chimeneas.
como un pichón de paloma,
un apunte frágil del rayano día.
Y ya la tierra temblaba.
Y ya blandía el gallo su reloj de pluma
bajo el humo denso de las chimeneas.
Tan sólo tú, alarde involuntario,
profecía ígnea, aurora,
tan sólo tú lo ignorabas, te ignorabas,
y atravesabas el aire con pregones de fuego.
profecía ígnea, aurora,
tan sólo tú lo ignorabas, te ignorabas,
y atravesabas el aire con pregones de fuego.
Se miró.
El alba se miró.
¡Tan joven! ¡Tan hermosa!
¡Ay! Su velo fue rasgado por un claro día.
El alba se miró.
¡Tan joven! ¡Tan hermosa!
¡Ay! Su velo fue rasgado por un claro día.
Del libro Azumbres de la noche (1993)
Mariano Estrada www.mestrada.net
Paisajes Literarios
No hay comentarios:
Publicar un comentario