Cuadro de José Piqueras, portada del libro Azumbres de la noche
Inquilinos de noche
Hubiera dado un cuarto de mi vida
porque una mano tuya me rozara
y el fósforo cayera sobre ti
hasta encenderte los
ojos
y quemarme.
Otra llama fue, que no la luna,
la que alumbró mi camino
por la
noche ciega.
Y bebí mi rabia a pasos, de farola a farola,
hasta que el cielo dispuso un horizonte
con
destellos de día.
Una aurora lenta dinamitó los carbones.
Amanecieron los campos, los árboles, las casas,
los olores pulcros de la leña
y estos ojos míos,
penetrados
de vino y mordedura.
Mariano Estrada
Del libro Azumbres de la noche (1993)
Magnífico poema, Mariano.
ResponderEliminarGracias, namicar, me alegra que te guste. Un abrazo
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