Sombreros en el Far West
En una etapa de mi alegre juventud, me sentí fuertemente atraído por los sombreros y me dejé llevar por ellos al Far West. Mientras estuve allí no maté a nadie, pero tenía dos pistolas de agua que daban mucha risa.
Un chiste al respecto:
-En qué se parecen una silla y el Oeste americano?
-No sé, dígamelo usted.
-En que el Oeste americano está por Kansas City y la silla está por City
Kansas.
-No pretenderá usted queme ría.
-Hombre, si no es una molestia…
-No es una molestia, es una imposibilidad.
-En ese caso, levante las palmas.
-Póngale una equis…
-Respuesta equivocada, amigo. En el Oeste americano hay gente que ha muerto por
menos.
-Por mucho menos, pero dos simples pistolas no dan para obligar a reír.
-¿Y si le digo que son de agua?
-Jaja… Entonces me meo de la risa…
-Vaya, se ha reído...
-Es que cansa usted a cualquiera.
-Pues City Kansas, ya sabes: arrastra una silla y siéntate en el suelo…
Nota:
Mi etapa en el Far West fue tirando a corta. Me dijeron que si llevaba sombrero
constantemente me iba a quedar calvo muy pronto. Y yo no quería ser calvo hasta
los cien años. De manera que colgué los sombreros y las pistolas y me apunté al
movimiento por la conservación de las melenas. No sabía que en el futuro habría
mucha gente que, por propia voluntad, llevaría la cabeza tan rapada como las
bombillas.
Mariano Estrada, 21-02-2021
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