Playa y Torre de El Charco, Villajoyosa, al atardecer
Atardecer, soledad y pensamiento
El Charco, Villajoyosa
El atardecer es una buena hora para sacar a pasear a los pensamientos, esos entes inquietos a los que les gusta la libertad, pero que a menudo llevamos atados como si fueran macotas urbanizadas y domésticas. Aquí, en este lugar tranquilo y solitario, los podemos soltar para que vuelen y vayan donde quieran. Cuando llegue el momento, volverán a colgar sus nidos en nuestros balcones cerebrales, igual que las golondrinas de Bécquer los colgaban del balcón de su amada.
La suelta de pensamientos es un hecho recomendable de todo punto de vista, incluido el de la razón y la lógica, ya que no solo nos alivian el espíritu, que suele andar asfixiado, sino que también nos descargan los hombros y las espaldas. Es cierto que al final del paseo suelen recoger velas y volver por sonde solían, pero, para entonces, ya hemos regenerado un tanto las neuronas… Además, ni siquiera hay que preocuparse de recogerles las cacas, que son evanescentes, inodoras e invisibles.
Mariano Estrada. Del libro La magia de lo auténtico, una visión lírica de Villajoyosa (2017)
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