Foto: almendro en las proximidades de Castell de Castells, Alicante
14 de febrero. ¡Feliz día de los enamorados!
Supongo que a los enamorados les dará lo mismo el 14 de febrero que el 25 de mayo. Es más, el 25 de mayo se sentirán más proclives a echarse en los brazos de cupido, porque la primavera altera todas las sangres, incluida la de los pájaros. Son innumerables los que estoy oyendo cantar a través de la ventana. Ellos se sienten libres para gozar y se posan en los ficus, en el hibisco, en las palmeras, en las adelfas, en los almendros, en las buganvillas, en el limonero, en el ciprés de punta redonda y ocho metros de altura que parte de la base del salón y sobrepasa holgadamente el techo del dormitorio. A menudo se posa allí una tórtola para mirar al horizonte, a la montaña o al mar. Y se queda un rato quieta, esperando a ese tórtolo llamado Valentín, con el que va a tener el primer amor de su vida.
El primer amor
A la sombra de un árbol florecido,
anterior a la fruta o al pecado,
me propuse morir, aunque he vivido,
además de vivir enamorado.
Por los ojos al cielo fui llevado
con amor que en la tierra no ha crecido,
y en la tierra caí, sin haber sido
ni labriego ni reja del arado.
En el polvo me vi comunicado
a la flor de una tierra con ombligo
que madura en el vientre lo sembrado.
Pero quise morir envenenado
a la sombra de un árbol florecido
que apuntaba un amor aún no probado.
Mariano Estrada. Del libro El cielo se hizo de amor (1986)
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