Alas y sueños
La vida me ha enseñado que sin sueños no se puede vivir. Por otra parte, los sueños necesitan unas buenas alas para volar. Pero yo he notado de pronto que las mías van perdiendo fuelle y consistencia. Esta es la razón por la que, casi de forma imperceptible, he empezado a caer por los derrumbaderos de la gravedad, del tiempo, del pensamiento, de la memoria. Sin embargo, percibo claramente que, en el lento proceso de la caída, se suavizan mis terremotos interiores, que son grandes y muchos. Puede que resulte paradójico lo que digo, pero lo cierto es que voy llegando al beso de la noche con los labios iluminados por la ancha sonrisa del sosiego. Hoy respiro una calma que ayer no tuve. Voy a procurar que el mañana sea un remanso de paz desde el que pueda derribar los muros orgánicos de la existencia.
Mariano Estrada
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