Hoy es el día de los abuelos. Martina es mi nieta, y esto es lo que dice de mí:
Mi abuelo y yo
Mi
abuelo está un poco loco
y
tiene algunas manías.
Cuando
rompe alguna cosa,
todas
las culpas son mías.
Y
yo le digo: abuelito,
hay
que ver cómo me lías.
Pero
él responde muy serio:
lo
que quiero es que te rías…
-¿Reírme,
dices? Me troncho,
me
parten tus tonterías.
-Pues
yo me alegro, muchacha.
¿Cómo
mostrar mi alegría?
Miró
hacia un lado, hacia el otro,
miró
hacia abajo, hacia arriba…
Dió
unos pasitos al frente
se
encaramó en una silla…
Y
le pegó un cabezazo
al
termo, mientras decía:
Cuando
no hay agua caliente,
todas
las duchas son frías.
Saltó
un hilillo de sangre
que
se hizo chorro enseguida.
Y
luego el mar, con sus olas,
inundó
la galería.
Del libro La mirada de Martina (2019)
No hay simbiosis más amorosa y cómplice, que la relación abuelos-nietos... Gracias por compartir este poema. Abrazo Victoria
ResponderEliminarAbuelito, ¡que eres viejo!
ResponderEliminarYa se nota en tu mirada,
en los párpados caídos,
en la niebla de tus canas,
en el andar perezoso,
en el comer con desgana.
Abuelito, ¡que eres viejo!
Se abren surcos en tu cara,
ya balancean tus pasos,
ya no hilas las palabras,
ya enmudecen los consejos
que brotaban de tu alma.
Que no, ¡que yo no soy viejo!
Todavía llego a ver
las estrellas en tu alma,
puedo mirarte a los ojos
y leer en tu mirada
y comprender los caprichos
de tu despeinada infancia.
Que no, ¡que yo no soy viejo!
No se encama la esperanza
de seguir sorbiendo vida
y marcando las pisadas
que te indican el sendero
que tú estrenas todavía
de guijarros y de asfalto,
de penas y de alegrías.
Las caricias de mis manos
Se posan en tus mejillas
acariciando tus sueños
y velando tus vigilias.
Abuelito, ¡que eres viejo!
Que no sabes ya de móviles,
de mails y de ordenador,
de robótica y de tablets,
de hombre-máquina y robots..
Que no, ¡que no soy viejo!
Defiendo la libertad
y el uso de la razón,
hombre-máquina serás
sin poesía y amor.
Hola, Victoria: la complicidad entre abuelos y nietos solo puede entrenderse si se ha vivido. De lo contrario no se entenderá bien del todo. Y, la verdad, es hermosa. Gracias y un abrazo
ResponderEliminarHola, José Luis: más claro no se puede decir…Ellos tienen muchas ventajas, pero nosotros también tenemos algunas. Y esas son las que debemos utilizar, aunque para ello haya que agudizar mucho el ingenio.
ResponderEliminarVerás, cuando Martina me pide el móvil para oír las músicas y ver los vídeos que más le apetecen, yo le suelo hacer un pequeño chantaje: de acuerdo, le digo, te lo voy a dejar media hora, pero antes vamos a oír el Adagio de Albinoni o cualquier otra obra -clásica o no-, que a mi juicio tenga la calidad suficiente como para poder competir en su cerebro con las que a ella le ponen en los canales a los que le es permitido acceder, muchas de las cuales son auténticos comecocos.
Por ejemplo, un día estábamos en el parque, donde Martina se ocupaba en jugar con otros muchos niños. Yo me había sentado en un banco y hablaba con algunas personas que, en aquellos momentos, tenían el mismo oficio que yo: cuidar de sus respectivos niños. A mi lado se sentaba una mujer noruega, que hablaba aceptablemente en castellano y le gustaba la música. Yo enchufé el móvil y busqué un fragmento conocido de una pieza clásica, cuyo autor es precisamente noruego. Llamé a Martina, que pasaba corriendo por allí, subí el volumen y le dije: “Martina, ¿qué música es esta?” Y ella, casi sin parar de correr, me contestó con la mayor naturalidad del mundo: “La mañana de Grieg”. Y siguió corriendo. Ni que decir tiene que la señora nos miró con no poca extrañeza y no tuvo otro remedio que exclamar: “Oh, no sabía que Grieg era conocido en España”. Y, la verdad, a nivel popular no es que sea muy conocido precisamente, a pesar de que el Peer Gynt -que escribió para la escenografía de la obra del mismo nombre de Ibsen-, es realmente fantástica. “La mañana” es el primer movimiento de esa gran obra.
Estos párrafos forman parte del prólogo del libro TIERRA DE ROBLES. LA NOVELA DE MARTINA, del que ella es protagonista.
Un fuerte abrazo