Felicitémonos. Hoy es el día de...
La música
El Mediterráneo es algo que yo tenía idealizado por la calidez de su clima y por las grandes culturas que ha albergado a lo largo de la Historia, pero también por la famosa canción de Serrat, cuya niñez sigue jugando en la playa. Sin embargo, los recuerdos de mis primeras vivencias musicales en Villajoyosa, aparte de los infaustos rasgueos de mi propia guitarra, me llegan de la mano de Marie Laforet, James Last, Barry White, Camilo Sesto, Jacques Brel, Paul Mauriat, Andy Williams, Nino Bravo... Y especialmente de aquella canción francesa que era la melaza sísmica de un amor excesivo: Je t’aime, moi non plus, cantada por Gainsbourg y Jane Birkin. Aún te veo bailándola conmigo en la discoteca Bravísimo de Benidorm, que fue tan novedosa como efímera. Y si cierro los ojos me parece que aún estamos allí, abrazándonos. ¿Quedarían atrapados nuestros karmas cuando echaron el cierre? Entonces circulaban por España varias canciones francesas. Recuerdo que cuando fuiste a París de fin de curso, un extraño se acercó a susurrarte al oído: “¿Voulez vous coucher avec moi?” No sabías francés, pero entendiste perfectamente que te querían llevar a la cama.
Un tiempo después –boda incluida por el medio-, alguien te propuso lo mismo en italiano, sin haberte visto nunca y en mis propias narices. “Díselo a mi marido” -le contestaste tú, señalándome-. “¡Marito! ¡Marito!” –masculló él, mientras salía corriendo como el conejo de Updike, supongo que a la caza de alguna otra víctima-. Iban con nosotros tres preciosas jóvenes solteras. Y tuvo que proponértelo a ti, que eras la única que estaba casada. Fue en la discoteca Number One, en Benidorm. Los italianos robaban hasta los gin tonics, ¿cómo no iban a intentarlo con el amor, si su naturaleza es fogosa como el horno de Vulcano?
Mariano Estrada, del libro Rosa entre las rosas. Cuarenta años de amor (2014)
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