Tomada de internet sin ánimo de lucro
No es que de repente se me cayera el armazón difuso de
la fe, que en mi caso es de una crasa terquedad y de un renacimiento
continuado, es que me propuse reflejarlo como si de verdad se me hubiera caído.
Porque, eso sí, una cosa es la fe y otra la ingenuidad, y la ingenuidad en mi
caso es una dama mimada y consentida, casi una licencia poética.
Lo que pasa es que el mensaje no es del todo creíble,
debido a ese trasfondo de humor que viene a darle al Estado una virtud humana y
al vecino una existencia de configuración expresamente voluntariosa. Todo un
logro, creo, porque dice exactamente lo
que quiere decir.
La camisa
Mi pobre corazón está doblado
de amar y amar y amar sin
resultado.
Ingenuamente,
creía en el amor y en el
tocino,
creía en las mujeres y en el
vino,
creía en el jilguero y el
venado...
¿Hay alguien más decente?
Lo que he tragado.
Llegué a creer incluso en el
vecino.
Pensaba que era amable hasta
el Estado...
Ahora, de repente,
rozando el ecuador de mi
camino,
me he vuelto negador y
descreyente.
¿Qué pasa, qué ha pasado?
Sencillamente:
el árbol de la ciencia se ha
secado,
la fruta es engañosa y
aparente,
murió la tentación, murió el
pecado.
Nos queda una camisa de
serpiente.
Del libro El Limón Hespérico
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios
Muy buen poema que a pesar del desaliento tiene ese toque tan personal de ironia ,besos
ResponderEliminarHola, María Luisa: en el momento en que escribí este poema le iba bien la ironía, así que toda su vida tendrá que convivir con ella. Pero creo que los dos se soportan razonablemente bien.
ResponderEliminarGracias y un abrazo
UN ENCANTO TUS POEMAS COMO VAS RELACIONANDO TODO,Y COMO LE DAS ESA CONCLUSION JUSTA:"NOS QUEDA UNA CAMISA DE SERPIENTE"
ResponderEliminarGracias, Marisol: la camisa que nos queda es una salida más o menos airosa. El amor se nos escapa de entre las manos, pero sigue por ahí, vivo. Y nos queda la prueba de que realmente existió. No es un consuelo, pero sí, tal vez, una realidad.
ResponderEliminarUn abrazo