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jueves, 2 de mayo de 2013

La camisa



Tomada de internet sin ánimo de lucro
 
No es que de repente se me cayera el armazón difuso de la fe, que en mi caso es de una crasa terquedad y de un renacimiento continuado, es que me propuse reflejarlo como si de verdad se me hubiera caído. Porque, eso sí, una cosa es la fe y otra la ingenuidad, y la ingenuidad en mi caso es una dama mimada y consentida, casi una licencia poética.

Lo que pasa es que el mensaje no es del todo creíble, debido a ese trasfondo de humor que viene a darle al Estado una virtud humana y al vecino una existencia de configuración expresamente voluntariosa. Todo un logro, creo, porque dice exactamente  lo que quiere decir.

La camisa

Mi pobre corazón está doblado
de amar y amar y amar sin resultado.
Ingenuamente,
creía en el amor y en el tocino,
creía en las mujeres y en el vino,
creía en el jilguero y el venado...

¿Hay alguien más decente?
Lo que he tragado.
Llegué a creer incluso en el vecino.
Pensaba que era amable hasta el Estado...

Ahora, de repente,
rozando el ecuador de mi camino,
me he vuelto negador y descreyente.
¿Qué pasa, qué ha pasado?

Sencillamente:
el árbol de la ciencia se ha secado,
la fruta es engañosa y aparente,
murió la tentación, murió el pecado.
Nos queda una camisa de serpiente.

Del libro El Limón Hespérico

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

4 comentarios:

  1. Muy buen poema que a pesar del desaliento tiene ese toque tan personal de ironia ,besos

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  2. Hola, María Luisa: en el momento en que escribí este poema le iba bien la ironía, así que toda su vida tendrá que convivir con ella. Pero creo que los dos se soportan razonablemente bien.
    Gracias y un abrazo

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  3. UN ENCANTO TUS POEMAS COMO VAS RELACIONANDO TODO,Y COMO LE DAS ESA CONCLUSION JUSTA:"NOS QUEDA UNA CAMISA DE SERPIENTE"

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  4. Gracias, Marisol: la camisa que nos queda es una salida más o menos airosa. El amor se nos escapa de entre las manos, pero sigue por ahí, vivo. Y nos queda la prueba de que realmente existió. No es un consuelo, pero sí, tal vez, una realidad.
    Un abrazo

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