Gráficas Lar, Viveiro. Foto Lalo F. Mayo
Las
orillas del mar: un libro nace mientras otro se presenta
Es sobradamente conocido que ciertos fumadores –antes decían que para ahorrar una
cerilla, ahora no sé lo que dirán- encienden un cigarro con otro. Algunos
incluso pretenden convencernos de que con la luz del cigarro van al molino, no
sé si se refieren al molino del cáncer, que suele hacer sus moliendas en algún
riachuelo del pulmón.
Pues bien, simili modo, hay un libro que nace
mientras otro se presenta. Y aquí el cáncer es de un orden puramente literario.
Eso es lo que ocurre con “Las orillas del mar”, que ahora mismo está en
talleres y pretende estar acabado para enseñarlo en la presentación de “Poecanciones
de amor”. En casos como este se dice que los libros se solapan.
Todo ello ocurre mientras Lalo F. Mayo, maquetador y
diseñador de la cubierta, está a más de 1000 kilómetros de Viveiro. Mientras
Luís Bonmatí, gerente de la Editorial Agua Clara, bajo cuyo sello el libro se
publica, está a más de mil kilómetros de
Viveiro. Y mientras Mariano Estrada, que es el autor del contenido, está a más
de mil kilómetros de Viveiro. ¿Y quién es ese Viveiro que pones de reiterada referencia?
Pues Viveiro es un pueblo de Lugo donde están las gráficas LAR, que es donde el
libro se imprime.
Es decir, que, a partir de un determinado momento,
el libro anda solo. Y solo llegará al domicilio de Enrique Muñiz, un amigo que
vive en La Virgen del Camino. Así es como llegará a la presentación de
Poecanciones, de la mano de Enrique. Porque solo él está al pie del cañón,
velando por nosotros. Y nosotros a más de mil kilómetros de distancia. ¡Qué
desconsideración! ¡Qué poca sensibilidad! Menos mal que cuando le veamos y le
abracemos nos va a invitar a comer. Y luego a unas copas.
Gracias, Quique: como alguien dijo que no solo de
pan vive el hombre, te dejo un poema para ti solo, aunque compartas su lectura
con la generalidad de los mortales.
Un abrazo
La música del mar
Verano de calor, levante,
alta noche de agosto.
Es la hora del cierre para
las últimas bombillas,
los pensamientos, el ordenador,
las puertas de la casa.
Al cerrar la más íntima,
se me pone en los ojos el jardín
con el deseo irrefrenable
-tal vez inoportuno-
de contemplar la noche.
Salgo, pues, al jardín,
donde me dejo penetrar
por el silencio hondo
de la naturaleza,
que apenas contradicen
-como lejanas melodías-
los monótonos cantos de los grillos.
Conteniendo el aliento,
intento oír las bramas musicales
de esa masa sinfónica,
ese espejo sonoro
que veo desde aquí
bajo una luna pálida y mojada.
Naturalmente,
tengo clara conciencia de que
es la hora del sueño.
Pero el sueño se ha ido de mis ojos,
de pronto estimulados
por un canto hechicero y atrayente
que me anula y me arrastra y me libera.
Y es en ese momento cuando
-con mucha precipitación
y escaso disimulo-
me encamino hacia el mar
con el explícito deseo
de dejarme mecer por sus ronquidos.
Y bien que lo he logrado, tengo
todo el mar para mí. Soy suyo.
Ligero de equipaje,
y sin otra liturgia que una
completa desnudez,
vacío el pensamiento y
me dejo acariciar
por un agua apacible
que, al arrastrarse por la orilla,
me pone en los oídos esta música,
rasgada y
venenosa
que, ya al salir el sol,
he traído a la cama.
Riiiiis, raaaaas…, riiiis, raaaaas…
Oyéndola me acuesto y, por primera
vez en los últimos insomnios,
he sentido la vida como celebración
y no como derrota.
Del libro Las
orillas del mar (2013)
Mariano Estrada www.mestrada.net
Paisajes Literarios
Es nuevo???? guauuu tendre trabajo? o tienes a alguien mas que yo conozca,,,,,,,,suerte Marianin un beso enorme ,Mar
ResponderEliminarNo es nuevo, Mar: es decir, el libro está a punto de salir, pero los poemas ya los conoces. A la mayoría le has hecho un pps. Es cierto que hay algunos que no. Te haré saber cuales.
ResponderEliminarEn cuanto a si hay alguien más, te digo: de vez en cuando hace alguno Victoria Vasiloff, que los hace muy bien, como sabes, pero no se prodiga demasiado.
Gracias, Mar, estoy a la espera de poder enseñar el último trabajo que me has hecho. Es precioso.
Un abrazo
Que hermoso que sientas la vida como celebración, y no como derrota.
ResponderEliminarEsto se debe sentir con mas frecuencia. Abrazos Mariano.
Diana Lucia León
Hola Diana Lucía:
ResponderEliminarLo sorprendente no es que la sienta yo, que al fin y al cabo he tenido dolores soportables entre un sinfín de gozos, sino que la sientan otras personas cuyo sufrimiento es casi contínuo. En esas personas es en las que se sostiene la fe.
Gracias y un abrazo