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viernes, 30 de agosto de 2013

Una mirada por el retrovisor. Undécima parte

Foto tomada de internet sin ánimo de lucro




Una mirada por el retrovisor. Undécima parte

Frases y versos jirones de la vida 21


01.- Una patada a la tele

Bien sé que el cultivo intelectual entraña una apriorística y decidida voluntad y un posterior y renovado esfuerzo. A veces un esfuerzo muy grande. Pero no es menos verdad que con ello se conquistan territorios bellísimos y fértiles: espacios de contemplación, sutiles vientos de calma, lazos de humanidad, campos de luz y  de conocimiento…Y, en todo caso, territorios inmensamente más ricos que un altisonante  programa de televisión en el que  la meta es el cuerpo zascandil -o el rostro sensiblero o el prostituido corazón, que tanto da- de determinados personajes “telebazóficos" que, por lo común, exhiben un paisaje cultural desangeladamente agostado. Dicho sea por si alguien necesita un empujón para cambiar de canal o de programa. E incluso para darle una patada a la tele, porque cada día es más palpable que la calidad técnica de este medio de comunicación es inversamente proporcional a la de sus embrutecedores programas. Queden a salvo, no obstante, las honrosas excepciones que harán valer esta regla. (2001)


02.- Sociedad de servicios

¿Alguien piensa que, en términos generales,  España puede ser ya nunca otra cosa que una sociedad de servicios? Bien es cierto que con estos o aquellos romanticismos, con unas u otras reminiscencias o particularidades, pero, a fin de cuentas,  una sociedad de servicios europeizada, burocrática, mayoritariamente urbana. Y encima, con un campo sembrado por doquier de rumorosos mamotretos eólicos, algún que otro armatoste térmico de ciclo combinado y unas largas caceras de hormigonada hidrología nacional. No van a quedar libres ni los prados para una eventual convalecencia de las vacas cuyos males no alcancen la incineración ni la carnicería. (1997)

03.- Pueblos de España: emigración de los 60

Nuestra memoria sangra por la herida del abandono. Los recuerdos se acumulan en pelotones de ruina y de tristeza. (2012)

04.- Petición de libertad

Desde este extremo de España dominado por la luz, pedimos que la luz adquiera tintes de naturaleza en las relaciones humanas y sociales para que nadie vuelva a extraerla impunemente de los ojos de un hombre. Libertad para esos ojos inermes que, sin causa  justificada, han perdido la luz en los desmanes aleves de unos hombres ciegos. Ciegos, con la dimensión exacta de sus crímenes. Y también con la carga de su culpa.
Pedimos libertad para Delclaux y  Ortega Lara. Y también para Publio Cordón. Que sus ojos retornen a la luz. Que se rompan para siempre los candados humillantes de sus tristes zulos. (1996)

05.- Por la razón a la fe

La luz de la razón es un destello blanco que, a lomos de ignorancias y de sabidurías, aunque siempre con espuelas de voluntarismo, nos lleva por espacios temblorosos a la humilde convicción de nuestra esencia  insignificante (realidad, materia), pero deja abierto el señuelo de una potencialidad ilimitada (ilusión, espíritu). Así, desde un cuerpo arraigado en la gravitación universal, extendemos las alas de una mente incorpórea con la pretensión cósmica de la infinitud y la intemporalidad: una suerte de proyección de los anhelos hacia el límite oculto de la vida -por el lado en el que campa  la virtualidad-, que en lenguaje filosófico se llama trascendencia  y tiene como representación un difuso abismo alrededor del diagrama espacio/tiempo. (2000)

06.- La televisión y la inocencia

Sabemos que la actualidad es dependiente de la televisión, y que esto subvierte toscamente una buena parte de los valores, para mayor gloria de Nietzsche.
Lo que pasa es que hay cosas en la vida que no van a ser nunca filmadas ni reducidas a carne de televisión, y la inocencia -que brota sutilmente-, se extiende por doquier en sueños multiplicados e imperecederos, en almas inaccesibles a la vulgaridad y a la derrota, en el rescoldo inmanente de fuegos no del todo apagados y de flores no del todo marchitas. (Año 2000).

07.- Arzalluz y los vascos

Si tuviéramos que juzgar a los vascos por las sucesivas manifestaciones del Presidente del PNV, Javier Arzalluz, nos veríamos obligados a admitir que  de algún modo son especiales, ya que no únicos. Su última declaración, para más gloria, parece sugerir  que también son excesivos. Y yo, la verdad, salgo a respirar el ambiente y veo a muchos vascos que van a cierta calle de Benidorm, más bien chiquita, entran en ciertos bares de la misma y toman unos vasos de vino que no son precisamente muy grandes. Me acerco a algunos de ellos y los veo de un tamaño español. (En Benidorm, uno es de un tamaño o de otro dependiendo de los lugares en los que te muevas: no hay contraste  más grande que un español medio en una discoteca de nórdicos). Y entonces me pregunto: ¿qué es lo que ve Arzalluz en esta buena gente para decir que no caben en la Constitución? Si caben en Euskadi, con excepciones que no empecen la regla, ¿cómo no han de caber en territorios tan amplios como es el de la palabra, la idea y el concepto? ¿O es que algunos vascos, dirigentes ellos, son tan cortos de miras y de espíritu que ven en la Constitución su pobre y cucurbitácea metáfora? ¿O aquello del melón sólo tiene que ver con la rima? (1998)

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

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