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miércoles, 10 de agosto de 2016

¡Ven a esta ventana amanecida!


El Charco, Villajoyosa. Foto Mariano Estrada


¡Ven a esta ventana amanecida!

Recorrido por el Charco, punto de parada sin fonda

Durante un largo tiempo he estado haciendo una ruta diaria por El Charco de Villajoyosa que, con un recorrido preestablecido, tenía sus ligeras incursiones o variantes. Al llegar a este punto del camino, me acercaba indefectiblemente a la cima de ese precioso mogote, me apostaba sobre él, hacía un Cristo de corcovado, inspiraba hondo, inflaba el pecho, soltaba lastre, saludaba a las poblaciones limítrofes y me quedaba más ancho que el Amazonas en su abierta y desparramada desembocadura, en la zona Norte de Brasil, allí donde recibe el nombre de Río Mar.
Qué placer instalarse en esa magnífica atalaya, dejarse empapar por la naturaleza y, sometido a sus estimulantes y beneficiosos efectos, exclamar a voz en grito:

¡Ven a esta ventana amanecida!

Quede en el arcano tu rasgada pena,
                                pero no en tus ojos.
Que huya el huracán, que cese el llanto,
que la guerra intestinal disponga olor a victoria
y el seno calmo del alba traiga luz a las criptas.

Basta ya
de tierra malhadada,
de infestada sombra,
de fétido sabor, de adipocira...
No se permita a la noche desenterrar más cadáveres.

¡Basta!, digo.
Y con ello digo: ¡Venga!
Venga el borbotón primaveral,
el cálido rumor, la risa,
los geniecillos del aire.
Vengan los ejércitos del sí,
el sol, la música, los astros,
las simientes líricas.
Venga el renacer, la afirmación, el brote nudo,
la noche despojada de sus ácidos venenos...

Venga un mar de amor.
Y tú, gaviota leve, ven... Ven haciéndote ola.

Ven a esta ventana amanecida
y mírame en el tiempo y en la calma.

Del libro “Azumbres de la noche” (1993)

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

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