Buscar este blog

miércoles, 31 de agosto de 2016

Limoncillos verdes


Montiboli, Villajoyosa. Foto Mariano Estrada

Limoncillos verdes

Cuando uno está enamorado, los limones vulgares se convierten en limoncillos verdes. A lo mejor vosotros, en mi lugar, hubierais visto en los labios de vuestras novias naranjas, ciruelas o albaricoques, pero lo cierto es que los diminutivos de esas frutas no lucen con la misma gracilidad. ¿Naranjitas? ¿Ciruelitas? ¿Albaricoquitos? Por favor, dejad ahí las manzanas, los aguacates, los melocotones… No tienen un buen diminutivo para colgar de unos labios de encendida carne. Coged los limoncillos verdes, os lo ruego. Colgando de unos labios de imanes enrojecidos no se conciben las paraguayas, los caquis, los higos, las brevas, las peras, las papayas, las chirimoyas…
-¿Solo los limoncillos verdes?
-¿Solo? ¿Y para qué quieres más, si al morderlos te alimentas, te ríes, te justificas, te satisfaces, te ilusionas, te emocionas… y sacias, en resumen, el gusanillo de la sed?
-Yo siempre he creído que en los labios del amor las que mejor encajaban eran las fresas o las cerezas.
-Y es cierto. Pero no asumen fácilmente el arrumaco del mimo. Fresas y cerezas, fantástico. Alcánzalas, cógelas y cómelas. Te sabrán a azúcar de caña, o a miel de las abejas o a esencias de regaliz. Pero no les llames fresitas y cerecitas, que perderán todo su encanto. El encanto del mimo lo da el atrayente diminutivo diminuto… ¿O es que de unos labios perfectos pueden colgar cerecitas, frambuesitas, grosellitas, nectarinitas o fresitas? No. Solo pueden colgar limoncillos verdes.
-Anda, pues es verdad. Ya los estoy viendo yo en los labios de mi novia…
-¿Pero tú tienes novia?
-No, pero aquella que quiera serlo tendrá que llevar en los labios limoncillos verdes. Y si me apuras un poco tendrá que haber nacido, necesaria e imprescindiblemente, en los entornos alimonados de la calle Limones.
-¿De Villajoyosa?
-De Villajoyosa, de Benidorm, de Playa Blanca, de Alicante, de Constantina, de Almería, de Manzanal de los Infantes…
-En Manzanal no habrá limones con calle, supongo… En todo caso, manzanas.
-¿Y qué importancia tiene ese matiz a los efectos de que una calle se llame limones o a los otros efectos de que una chica los lleve en las comisuras de los labios o en el centro neurálgico de la boca?
-Ninguna, por supuesto.
-En tal caso, que corra la limonada verde. ”Y anem tots a la festa”.

Limoncillos verdes

De tus labios cuelgan
limoncillos verdes.
En mi cara hay ojos
que los miran ternes.

Agridulces cosas
las que van y vienen,
de los zumos agrios
a las dulces mieles.

Las que van delante
tiran como bueyes;
las de atrás se arrastran
y las dos padecen.

Solo las de en medio,
repetidamente,
cogen de tus labios
limoncillos verdes

Limoncillos verdes.
Gotas de tu sangre
que en mis ojos duermen.

Del libro El cielo se hizo de amor (1986)

Mariano Estrada, 31-08-2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario