Foto tomada de internet sin ánimo de lucro
Queridos
trabajadores:
No hace mucho tiempo que cierto empresariado paternalista, tal
vez con buenas intenciones, pero también con elementales comidas de cerebro, pretendió
que los trabajadores se sintieran parte integrante de las empresas para las que
trabajaban. O, dicho de otro modo, que sintieran a esas empresas como suyas. Y
es cierto que ganaron algunas voluntades, sobre todo de cargos intermedios con
visos de prosperar y con determinados alicientes compensatorios. Lo que quiere
decir que, en la eterna disputa empresa-trabajador, por interés propio, se
pusieron de parte de la empresa. Los trabajadores sin rango ni proyección, con
menos alicientes y perspectivas, fueron
más escépticos, pero acaso se quedaran con la copla de que si uno se siente
implicado en la empresa para la que trabaja, está dispuesto a soportar un
sacrificio mayor. Yo tuve ocasión de asistir a una de esas reuniones
iniciáticas, impartidas por monitores con cursillo de oportunidad. Y les puedo
decir que salí realmente hiposo y enternecido, tanto que me puse a escribir
unas palabras con las que los cargos más altos de las empresas aludidas, de
haberlas llegado a leer, hubieran estado completamente de acuerdo. Son estas:
Queridos
trabajadores:
¿No es cierto que sentís a vuestra empresa como algo íntimo
y propio, porque vuestra empresa os ama y os protege y os regala una pandereta
por Navidad, blanca Navidad?
¿No es cierto que vuestros jefes os estimulan hasta el punto
de la excitación y que, de hecho, toda vuestra jornada laboral es un espasmo
onírico, o sea un placer continuo cuyo final no se desea, ea, ea, le sale el
pis cuando mea?
¿No es cierto que vuestros jefes ganan casi igual que
vosotros y las diferencias que hubiere, si las hay, las revierten en clínex
para que podáis llorar cuando os atrapa el desconsuelo, hecho que ocurre rara
vez entre una rana y un pez?
¿No es verdad que los domingos por la tarde vuestros
deseos os empujan con precipitación hacia la caza del lunes por la mañana te
espero Juana, y que no sabéis vivir cuando os hacen coger forzosamente las
vacaciones, si no pares son nones?
De hecho, ¿no es verdad que los viernes os afligen
porque los fines de semana son una autopista insoportable de ida y vuelta la
burra al trigo y siempre acaba en lunes para que con mierda desayunes?
¿No es verdad que vuestros sueldos están a la altura
de vuestras necesidades, entendiendo por necesidades las urgencias del pis chisgarabís
y la caca de la vaca?
Vosotros no lo sabéis, pero todo eso es verdad,
amigos, hasta el punto de que estáis realmente abatidos por miedo a que os
separen del trabajo, es decir, del vínculo con la empresa de vuestros desvelos
por la que vais jubilosos a los cielos...
Con mi prédica, mi abrazo
Mariano Estrada, 05-10-2006
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