Serrat. Foto tomada de internet sin ánimo de lucro
Mediterráneo Da Capo
Serrat vuelve de gira, pero
esta vez para regresar al Principio.
Dejo aquí este párrafo
tomado de la página que le sirve de promoción y de anuncio.
Transcurrido casi
medio siglo, Serrat regresa al Mediterráneo que nunca abandonó. En tiempos de
visados, fronteras y alambradas, el artista ha tenido la feliz ocurrencia de
considerar que, además de ciudadano del mundo, de catalán, español y europeo,
lo es sobre todo de su mar de cada día, de esa patria líquida que une, más que
separa, continentes, tradiciones, creencias, colores de piel e incluso hombres
y mujeres que nadan en sus playas, navegan en sus yates y naufragan en sus
pateras.
Desde
este Blog le deseo toda la suerte que merece y aprovecho para colgar estas
líneas escritas en 2003, después de un concierto que dio en el Gran Teatro de
Elche, al que tuve ocasión de asistir. Sirvan como humilde homenaje.
JM Serrat
El
día 7 de mayo fui al concierto que ofrecía Serrat en el Gran Teatro de Elche.
Cuando el artista salió al escenario iba precedido por un halo de tiempo y de
memoria que, en el transcurso del recital, se iba convirtiendo en una auténtica
nube de añoranzas, casi una añoranza por canción. Y digo casi, porque las
nuevas canciones de su repertorio aún no
han generado recuerdos. Ya lo harán. Serrat tiene pegada. Y presencia. Y
personalidad, esa personalidad que siempre ha llevado por delante. En este
mundo de prisas, que lo devora todo y casi todo lo echa al olvido, podrá pasar
de moda, porque “todo pasa”, en efecto,
pero yo creo que algunas de sus canciones ya se han hecho un hueco en la
eternidad, al menos en la eternidad inmediata. ¿Que si queda todo? No sé, supongo
que Machado cargó un poco las tintas en su apreciación, pero Serrat será uno de
los que permanecerán mucho tiempo. Mucho tiempo. Por suerte para las
generaciones venideras. Un abrazo. Mariano Estrada, 25 de mayo del 2003, día de
elegir concejales y parlamentarios.
Concierto de Elche
Por la mañana rocío / al mediodía calor... Así empezó Serrat, en su
concierto de Elche del pasado día 7 de mayo. Luego dijo que, por la noche,
conviene saber con quién te acuestas, o al menos cuál es su nombre. Pero
nosotros lo sabíamos de sobra. Su nombre es Joan Manuel, nació en España / su casa era de barro / de barro y caña. Y él,
Serrat, es el mismo de siempre, el que
alentó nuestros sueños en la primera juventud, cuando ella era menuda como un soplo y le gustaba andar por las ramas; el que marcó
nuestro destino con sus Palabras de amor,
sencillas y tiernas; el que se puso detrás de los cristales para decirnos
que llovía sobre los chopos medio
deshojados / sobre los pardos tejados; el que ha ido poniendo las hojas de
la vida sobre un suelo que, poco a poco, se
va vistiendo de otoño... Un otoño excelente, por supuesto, porque Serrat ha
hecho tablas de aquella buena madera; un otoño digno y elegante, porque Serrat
tiene una magnífica planta; un otoño fructífero, porque ninguna pulmonía le ha
podido matar, como a Don Guido, sino que, con Miguel Hernández, es un árbol
talado que retoña y aún tiene la vida. Y aún tiene la vida. Qué le vamos a
hacer si, con independencia de los caprichos del azar, él sigue jugando en tu
playa, que es la suya y la mía, y en las
arenas templadas del Mediterráneo, que es el tuyo y el mío. De hecho, no logra
hacer otra cosa que pensar en ti, que es la canción, que es la música, que eres
tú, que soy yo, que somos todos nosotros, los que habitamos el Sur y los
espacios definidos por el sueño, por la libertad, por Machado, por Hernández,
por Benedetti....
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