A Rosa
trigo, su harina de pasión
En este huello húmedo,
Sobre el tejuelo de la historia
y níspero.
Anclado en la consciencia
Página de literatura, en poesía o en prosa
Luna de sangre.
El eclipse de luna empezará a las 4.28 y terminará a las 7.55 de esta madrugada de lunes. No encuentro mejor manera de celebrarlo que colgando aquí el más conocido de mis poemas.
LA LUNA, en las voces de Nicolás Pardo, Manuel Palazón y Miguel Escrig.
En la guitarra, Laura González. Y en la edición, José Antonio Solano
La luna
A Federico García Lorca
Ya nadie mira a la luna,
la luna ya no es de nadie;
ya no la cubren de besos,
ya no la bañan con sangre.
Ni ya le escriben poemas,
ni ya le clavan puñales;
ya no hay tragedias de amores,
ya no hay amor, no hay amantes.
Ya pasa sola la luna,
ya pasa sola, sin nadie;
ya no amontona secretos
ni alumbra sueños, como antes.
¿Adónde fuisteis, poetas,
adónde fuisteis, amantes,
que la dejasteis sin versos,
que sin amor la dejasteis?
Ya no es de nadie, ni es luna,
la luna que ahora nos sale;
porque es un círculo sólo,
y sólo un círculo errante.
Sólo un castillo arrumbado,
sólo un recuerdo distante;
sólo una historia en un libro,
sólo una estatua en un parque.
La luna no será luna
sin corazones que amen;
sin pensamientos que vuelen
y sin poetas que canten.
Y es esa luna, lunero,
la misma luna, no obstante,
que tú metiste en los versos
porque era tuya una parte.
Pero los hombres son otros
y otras las cosas que valen;
y otros los ojos que miran
y otras las formas de amarse.
La luna no será luna,
porque la luna es mirarse:
asesinar con los ojos
hasta el dolor de la sangre.
Mariano Estrada
Del libro El cielo se hizo de amor (1986)
La noche
Decir
noche es decir
oscuridad,
pero
también pantallas
iluminadas,
sueño postergado,
largos
espacios de vigilia…
Poco
tiempo después,
la
noche es un mochuelo desvelado
envuelto
en fantasías
inoperantes
que
miran hacia el alba
con
desesperación.
Y
luego toman forma
de
pesadillas,
hasta
el trágico instante
de
su disolución,
que
es la hora mortífera
de
desprenderse de las sábanas.
Mariano Estrada
La tarde
La tarde es una luz cansada
que mira hacia la noche
con la pálida suavidad
del terciopelo.
Pero antes de apagarse
se acrisola en la barra del crepúsculo
para teñirse del color
de la cerveza.
Finalmente, la tarde
se acaba diluyendo
y la noche la entrega
a la fija mirada de los búhos.
Mariano Estrada
La mañana
La
mañana es de sol
y
de caricias.
La
paz discurre
imperceptiblemente
por
las venas del tiempo.
El
alma se estremece
con
la belleza
sencilla
de las flores.
Mariano Estrada