Adorable Martina: felicidades, hoy cumples nueve años
Desde el día que naciste -siete de septiembre del 2012- te hemos visto crecer y te hemos felicitado por tus cumples. Naturalmente, este año no va a ser una excepción. Te felicitaremos con besos, con abrazos, con mimos, con piropos, con achuchones, con sonrisas, con caricias, con arrumacos, con regalos…
Y a todas esas cosas yo le quiero añadir esta pequeña carta para que los deseos de felicidad queden convenientemente escritos. ¿Por qué? Porque no quiero que le falte un eslabón a esta cadena de felicitaciones que empezó el mismo día de tu nacimiento y que, si de pronto se interrumpiera, los dos echaríamos de menos. En realidad, yo no sabría dónde meterme si tú me tuvieras que reprochar: “Abuelito: ¿por qué no me has escrito una carta este año?”. Porque en caso de poderte contestar sería para decirte que, efectivamente, no se puede interrumpir de pronto una tradición tan bonita. Una tradición a la que, por cierto, le ha salido una réplica. ¿O crees que puedo olvidarme de las cartas de cumpleaños que ahora me escribes tú a mí? Te recuerdo un fragmento de la última:
“Abuelito: me gusta cuando estudiamos juntos las tablas de multiplicar, porque lo haces más divertido y corre el tiempo más rápido… Hoy ya hace 74 años que vives, pero espero que vivas muchos más, por lo menos 100, 200 o 300… El domingo te cantaremos el feliz cumpleaños y comeremos una tarta riquísima para chuparse los dedos. Espero que tengas muy buen año. A ver si se va de una vez el covid para poder ir por ahí, comernos un helado y pasarlo muy bien”.
Como en todos los años anteriores, en este han ocurrido muchas cosas, todas normales, si exceptuamos las que se refieren a la pandemia. Y es que, a fin de cuentas, Martina, la vida consiste en eso, en que vayan pasando cosas…
Lo que más me ha gustado de todo es que, después de haber trabajado seriamente durante el último curso, hayas disfrutado tanto de tus vacaciones de verano. Ya sabes, aquello de que hay que olvidar los barracones. Yo creo que la diversión es necesaria para cargar las pilas, ya que a final de junio suelen estar un tanto agotadas. Además, cada curso que empieza es un poco más exigente que el anterior y se hace imprescindible acometer las nuevas tareas con la mente relajada y clara.
Otra cosa que me ha gustado mucho es que, después de patear y divertirte hasta el cansancio durante el día, cuando te vas a la cama sueles entregarte un rato a la lectura. Son momentos preciosos. Algunos de ellos nos incluyen a la poesía y a mí. Y eso es una gran suerte.
Finalmente, ¿sabes cuál es hoy uno de mis grandes deseos? Pues mira, que tu colegio y todos los colegios del mundo puedan tener en invierno las ventanas cerradas y que Papá Noel y los Reyes Magos puedan entrar a visitaros sin mascarilla. Si esto se cumple, los profesores no tendrán que poneros todas las mañanas una “pistola termómetro” en la frente ni vosotros, los niños, tendréis que respirar durante tantas horas a través de una membrana asfixiante.
Es cierto que lo esencial de una felicitación son los deseos de felicidad. Pues bien, la abuelita y yo te la deseamos con el alma, como se la deseamos a todos los niños. Pero, si ello es posible, que sea una felicidad que no tenga que llevar mascarilla, porque la mascarilla significaría que el virus avanza por sus variantes incontroladas y dolorosas. Y lo que nosotros deseamos para ti, para tus compañeros y para todos los niños del mundo es que la felicidad os encuentre con la cara completamente descubierta.
En fin, Martina, hoy es tu día. Cumples nueve años. Que seas completamente feliz.
Mil besos de tus abuelitos
Rosa y Mariano
Coda:
Me dijiste que querías un poema dedicado. Y yo te contesté:
-Pero si tienes un libro entero.
-Ya, pero yo quiero un poema dedicado…
Pues aquí está, es tuyo.
Colores
Para ti, Martina, para tus nueve años
Niña
rosa, niña azul,
niña
de risa encarnada.
Eres
un verde de mar
que
bajo el sol se hizo malva.
El
sueño es multicolor,
la
ilusión pintiparada.
Los
ojos tienen el tinte
que
les ponen las miradas.
Yo
quiero ser de limón,
tú
quieres ser de naranja.
Los
colores son reflejos
que
pinta el sol en el agua.
El abuelito Mariano
Felicidades Martina, porque recuerdo la alegría en la voz de tu abuelo cuando llegaste al mundo. No te imaginas lo feliz que era y lo mejor es que su felicidad crece contigo, ¡ahora ya tiene nueve años de felicidad! que sólo deseo que se hagan infinitos. Lo mejor para ti y tu familia
ResponderEliminarMuchas gracias, mochuELIn: le transmitiré tus palabras a Martina. Hoy aún no la he visto, pero ella me ha llamado por teléfono porque ha leído la felicitación. Dentro de un rato la veré y comeremos juntos.
ResponderEliminarMe imagino aquella voz emocionada y babeante a la que te refieres. Era toda felicidad. Y la felicidad ha seguido creciendo, como tú dices. Un beso en nombre de Martina y otro en el mío.
Mariano:como abuelo de esa hermosa niña-nieta,Martina, ya has escrito lo que deseabas decir,festejándola por su cumpleaños. Y, salvando distancias diversas , con mi sentimiento de abuela hacia mis propios nietos, me alcanza el cariño para enviárselo también a esa bella cumpleañera. Abrazos Victoria
ResponderEliminarMuchas gracias, Victoria, por ese cariño desbordante que le envías a Martina. Ayer pasamos un día maravilloso en todas sus horas. Al final del día,y después de recibir el cariño familiar, Martina tuvo su fiesta con los peques. Se lo pasaron bomba. Hoy han tenido el primer día de cole. Se acabaron las vacaciones de verano. Un fuerte abrazo
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