Otoño, del esplendor a la soledad
Los otoños de la Carballeda zamorana siempre me sugieren la palabra esplendor,
sin que nada pueda hacer para evitarlo. A su vez, la palabra Esplendor,
aposentada en lo concreto, me lleva a una figura inasible en el lejano camino
de Galta, Rajastán, donde Octavio Paz erigió un poema de ruinas y de
manchas y de filología, cuyo nombre es El Mono Gramático y cuya
forma es un libro; pero también me transporta, y créanme que ignoro las
razones, al ya lejano Esplendor en la Hierba, título de una
película con guion de William Inge que, sin querer, me acerca mucho a Whitman,
el maestro, y éste a la Estatua de la Libertad, y también a unas
hojas rebeldes/revolucionarias que, terca y lentamente, se tiñen de colores
otoñales y me llevan de nuevo al esplendor.
Se vuelve, sí, pero, ¿cómo volver al mismo sitio si uno no es el que fue y la patria es completamente distinta?
Vuelta. Título que insiste en remitirme a Octavio Paz, apoyando, tal vez, la referida teoría de las espirales, que asegura que no hay repeticiones, sino giros en planos superpuestos...
Huelga decir que El Mono Gramático y Vuelta quedan en planos superpuestos, a pesar de que no falta quien dice -y Borges no es el único- que, por prolífico que sea un escritor, en realidad no hace otra cosa que escribir el mismo libro durante toda su vida.
Mariano Estrada
De Aguablanca, caminos de ida y vuelta, recogido en el libro Los territorios de la inocencia (2014)
Vientos de otoño
Cuando las hojas, maduras,
se dan al dios otoñal,
cuando los vientos le dictan
al árbol su soledad…
Le busco al alma un refugio
para ponerla a invernar,
y de las ramas de un árbol
le pongo leña al hogar.
Así me paso el otoño,
oyendo al viento silbar,
desnudo, como ese árbol
que me he atrevido a quemar.
El frío dios del otoño
nos ha azotado a la par:
a mí con melancolías,
al árbol con huracán.
Y viendo cómo las ramas
se acaban de desnudar,
mi corazón se desnuda
para ponerse a pensar
¿Por qué se alejan los sueños
y queda la soledad?
¿Por qué se agostan las hojas?
¿Adónde irán a parar?
Entonces miro hacia adentro
y se me ocurre al mirar
que el árbol es como el hombre,
la misma su soledad.
Que el corazón en otoño
es rama que han de dejar
las hojas, que son los sueños
y con el viento se van.
Mariano Estrada. Del libro Vientos de soledad (1984)
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